El papa Francisco ha generado una fuerte reacción por parte del gobierno de Estados Unidos tras criticar las políticas de deportación masiva implementadas por la administración de Donald Trump. En una carta dirigida a los arzobispos estadounidenses, el pontífice instó a la Iglesia católica y a todas las personas de buena voluntad a oponerse a las narrativas que discriminan y causan sufrimiento innecesario a los migrantes y refugiados. Francisco enfatizó que las expulsiones de migrantes en situación irregular constituyen una «importante crisis» que «lastima la dignidad» de las personas.
La respuesta desde la Casa Blanca no se hizo esperar. Tom Homan, designado por Trump como zar fronterizo, sugirió que el papa debería enfocarse en los asuntos de la Iglesia católica y dejar la seguridad fronteriza en manos de las autoridades estadounidenses. «¿Quiere atacarnos porque garantizamos la seguridad de nuestras fronteras? Hay un muro alrededor del Vaticano, ¿verdad? No podemos tener un muro alrededor de Estados Unidos», declaró Homan, en referencia a las críticas previas del pontífice sobre la construcción de barreras fronterizas.
Esta confrontación no es la primera entre el papa Francisco y la administración Trump en torno a la cuestión migratoria. Durante el primer mandato de Trump, el pontífice ya había criticado el proyecto de construir un muro en la frontera con México, afirmando que «quien levanta un muro, termina prisionero de él».
La reciente carta del papa también parece ser una respuesta a las declaraciones del vicepresidente James David Vance, quien acusó a los obispos de estar motivados por intereses financieros al criticar las políticas migratorias del gobierno. Francisco ha reforzado su postura nombrando a obispos que defienden a los migrantes y otras causas progresistas, como Edward Weisenburger y Robert McElroy.