Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Ante la amenaza de Trump de recuperar por la fuerza el Canal de Panamá y de volverlo a adscribir al coto de caza del imperio norteamericano, me parece que Colombia tiene la gran oportunidad de intentar ayudar a la soberanía de su antigua provincia, y Petro, la de asumir el gran papel de convertirse en el vocero mundial de la izquierda antimperialista.
Con que el mandatario colombiano se pare firme y con berraquera y le diga a Trump, antes de posesionarse, que si insiste en retomar el Canal de Panamá, en Colombia se suspenderían las siete bases norteamericanas que funcionan en nuestro territorio, muy probablemente el oligarca presidente en Washington lo pensaría.
Por supuesto, un personaje como Trump puede burlarse públicamente de la amenaza, usar la herramienta vergaja de subir los aranceles a la comida y a todo lo que importamos desde Estados Unidos, y, por qué no, hasta la de programar la invasión de Colombia y volvernos un protectorado, como quiere hacer con Groenlandia.
La burla la tiene en la punta de la lengua. Para los aranceles solo requiere un decreto, y para invadirnos ya tiene en su poder las bases navales de Cartagena y Bahía Málaga, las aéreas de Malambo, Palanquero y Apiay, y las conjuntas de Tolemaida y Larandia.
Muy seguramente pasaremos trabajos mientras el mundo entero condena a Trump y otros países nos vendan los alimentos y mercancías que ahora traemos de EE. UU. Pero, además de sentirnos orgullosos de defender a Panamá —que hizo parte de Colombia hasta 1903—, el presidente Petro se encumbraría ante los ojos del mundo zurdo, así sea repitiendo la bíblica escena de David y Goliat, llegando a asumir el papel de heraldo de la izquierda latinoamericana que tanto anhelaba ser cuando recién tomó la presidencia.
Por supuesto, los primeros en contradecirlo serán los colombianos que perderían la visa de ingreso al territorio gringo, y, como parecen ser mayoría, volveríamos a oír hablar de golpe de Estado.