Obispos colombianos hacen un llamado urgente a la unidad y la reconciliación

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La Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) concluyó su CXVIII Asamblea Plenaria con un mensaje claro y contundente para el país: “No podemos seguir aplazando la búsqueda de la unidad como nación”. Los obispos colombianos llamaron a superar la polarización y trabajar en conjunto por la construcción de una Colombia cimentada en la verdad, la justicia social y el bien común.

Bajo el lema “En esperanza, por una Iglesia sinodal, misionera y misericordiosa”, los prelados exhortaron a todos los sectores de la sociedad a asumir un papel activo en la transformación del país, enfatizando que la reconciliación y la unidad son imperativos inaplazables.

“Somos una sociedad llena de posibilidades que clama por la paz con justicia social, la participación y el compromiso de todos”, indicaron en su mensaje final.

Los obispos recordaron que cada acción en favor del bien común debe convertirse en una pedagogía cotidiana de paz, un esfuerzo continuo que contribuya a frenar la violencia y fortalecer los lazos de fraternidad entre los colombianos.

“Cada acción de bien se debe convertir en una pedagogía cotidiana de paz que detenga la fuerza del mal y sume al propósito de la unidad y la paz”, afirmaron.

Reiteraron que la unidad no puede construirse sobre discursos vacíos, sino que requiere hechos concretos que favorezcan la inclusión, la justicia y el respeto mutuo.

Los prelados subrayaron el papel crucial de la sociedad civil en la consolidación de un país más justo y pacífico. Advirtieron sobre los riesgos del individualismo y pidieron que el bien común prevalezca sobre los intereses particulares.

“Colombia tiene el deber de avanzar, y será fundamental el coraje y la determinación de la sociedad civil”, manifestaron.

En este contexto, hicieron un llamado a la solidaridad con los más vulnerables, destacando la difícil situación de los migrantes, desplazados y víctimas de la violencia en regiones como el Catatumbo. Recordaron que estas realidades evidencian las heridas profundas de una sociedad fragmentada y que la única respuesta ética y cristiana es la empatía activa y la búsqueda de soluciones estructurales.

“Los marginados y las víctimas muestran permanentemente las heridas de nuestras relaciones fallidas”, expresaron.

El episcopado colombiano también reflexionó sobre el rol de la Iglesia en este proceso de transformación, reconociendo que la conversión debe empezar desde el interior de la comunidad eclesial.

Citando el Documento Final del Sínodo, afirmaron que la Iglesia está llamada a alimentar y fortalecer las relaciones en todos los ámbitos:

“Debemos alimentar las relaciones con el Señor, entre los hombres y las mujeres, en las familias, en las comunidades, entre los cristianos, entre los grupos sociales, entre las religiones y con la creación”.

En este sentido, hicieron un llamado a la autocrítica y a revisar las propias acciones como Iglesia, país y ciudadanos.

“Este camino de conversión nos impone revisar qué estamos haciendo mal y asumir la responsabilidad de cambiar”, señalaron.

Además, destacaron la importancia del espíritu sinodal, enfatizando la necesidad de caminar juntos sin exclusiones ni discriminaciones, y de construir una Iglesia y una sociedad más abiertas al diálogo y la reconciliación.

“Todos estamos en la misma barca en dirección hacia un horizonte común”, recordaron, evocando las palabras del Papa Francisco.

En el contexto del Año Jubilar 2025, los obispos resaltaron que la esperanza no es una actitud pasiva, sino que debe traducirse en acciones concretas para enfrentar los grandes problemas del país, como el narcotráfico, la minería ilegal y la corrupción.

“Actuamos como sembradores de esperanza si estamos movidos por la búsqueda de la justicia y hacemos solo y siempre el bien”, enfatizaron.

Reconocieron que la crisis actual requiere decisiones valientes y comprometidas, especialmente en el ámbito político y social. Por ello, invitaron a todos los ciudadanos a asumir un papel activo en la construcción de un futuro más justo y solidario.

Uno de los puntos más destacados del mensaje episcopal fue la necesidad de formar una nueva generación de líderes comprometidos con el bien común. Los obispos hicieron un llamado especial a los jóvenes, animándolos a asumir con responsabilidad su papel en la transformación del país.

“Necesitamos formar una nueva generación de líderes que, con capacidad de escucha, se pongan al servicio del proyecto común de país”, señalaron, citando la encíclica Fratelli Tutti del Papa Francisco.

Además, advirtieron sobre la importancia de una ciudadanía activa y comprometida, que no se limite a la crítica, sino que participe en la construcción de soluciones reales.

“La valentía de la responsabilidad ciudadana nos permite consolidar la unidad y la institucionalidad al servicio del bien común y de la paz”, destacaron.

Los obispos también reconocieron la contribución fundamental de las mujeres en la contención de la violencia y la promoción de la paz. Afirmaron que su sensibilidad por la vida y la justicia representa una fuerza vital para la transformación de Colombia.

“Ellas constituyen la mayor fuerza en la contención de la guerra y de las violencias; su sensibilidad por la vida y lo humano crea un marco de posibilidad para Colombia”, expresaron.

En este sentido, alentaron a las mujeres a liderar iniciativas de reconciliación, perdón y construcción de paz, así como a desempeñar un rol más activo en la vida social y política del país.

Finalmente, los obispos invitaron a todos los colombianos a unirse en oración para pedir la renovación del país y fortalecer el espíritu de esperanza y unidad.

“Queremos juntos ‘dar razón de la esperanza’”, afirmaron, citando la Primera Carta de Pedro (3,15).

Confiaron la nación a la intercesión de la Santísima Virgen María, a quien describieron como “escuela de esperanza”, y pidieron su guía en el camino hacia la reconciliación y la paz.

El mensaje de los obispos colombianos al cierre de su CXVIII Asamblea Plenaria es un llamado urgente a la unidad, la reconciliación y la construcción de una sociedad más justa y fraterna. En un país marcado por la polarización y la violencia, la Iglesia insiste en la necesidad de superar intereses egoístas y apostar por el bien común.

Con este pronunciamiento, la Conferencia Episcopal reafirma su compromiso con la transformación de Colombia, e invita a todos los ciudadanos a ser protagonistas activos en la construcción de un futuro de paz, justicia y esperanza.

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