Lo que comenzó como una pizzería de barrio en el corazón del Eje Cafetero, terminó convirtiéndose en una de las cadenas de comida más queridas de Colombia. Frisby, la empresa nacida en Pereira en 1977, es hoy sinónimo de sabor, innovación y resiliencia. Esta es su historia.
En un pequeño local cerca del parque El Lago, Alfredo Hoyos Mazuera y Liliana Restrepo Arenas comenzaron vendiendo pizzas. La imagen de los cocineros lanzando la masa al aire atrajo tanto a los clientes, que decidieron bautizar el restaurante con un nombre inspirado en ese gesto: Frisby, como el famoso disco volador «frisbee».
Aunque la pizza fue el producto original, el verdadero punto de quiebre llegó cuando decidieron incluir pollo apanado al estilo americano en su menú. La receta, inspirada en una vivencia de Alfredo Hoyos en EE. UU., conquistó rápidamente el paladar colombiano. Fue tan exitoso, que desplazó a la pizza como el producto estrella.
Impulsados por el éxito local, Frisby comenzó a expandirse. Primero conquistaron el Eje Cafetero, luego Bogotá en 1987, y Medellín en 1990. Hoy en día, Frisby cuenta con más de 270 restaurantes distribuidos en 58 municipios del país y genera empleo para unas 5.000 personas.
Frisby no solo creció en ventas, sino también en impacto social. En 1985 creó el Instituto Tecnológico Alfredo Hoyos Mazuera en Dosquebradas, brindando formación técnica a cientos de jóvenes. También ha liderado programas educativos como “Universidad en tu Colegio” y “Aprender Jugando”, fortaleciendo su compromiso con la juventud colombiana.
En medio de una disputa legal reciente con una empresa española por el uso de su marca, Frisby ha recibido el respaldo masivo de los colombianos. En redes sociales, el hashtag #NosDamosAPollo se volvió tendencia, convirtiendo una batalla jurídica en un símbolo de orgullo nacional.
Frisby es mucho más que una cadena de pollo frito. Es un reflejo del espíritu emprendedor colombiano, de cómo una idea sencilla puede transformarse en un fenómeno empresarial con corazón. Desde una pizzería en Pereira hasta convertirse en ícono nacional, Frisby es la prueba de que en Colombia no se copia, se crea.