El gobierno de Estados Unidos solicitó oficialmente la devolución de 150 armas que habían sido entregadas en calidad de comodato a Colombia, dentro de los acuerdos de cooperación militar entre ambos países. La información fue confirmada por el presidente Gustavo Petro, quien calificó la medida como un hecho inusual dentro de la relación bilateral.
De acuerdo con fuentes oficiales, el armamento reclamado incluye fusiles de asalto y un sistema antidrones utilizado para reforzar la seguridad del Palacio de Nariño, sede de la Presidencia de la República. Estos equipos se encontraban bajo la custodia del cuerpo de seguridad presidencial, conformado por miembros de la Policía Nacional.
La solicitud fue realizada a través de una nota diplomática enviada por la Embajada de Estados Unidos en Bogotá, en la que se pedía la devolución inmediata del material bélico. Según trascendió, el pedido se produjo en el marco de una revisión interna sobre los bienes estadounidenses entregados en préstamo a distintos países aliados.
El presidente Petro ordenó la entrega total de las armas a la embajada norteamericana y dispuso que la custodia de la Casa de Nariño quede exclusivamente en manos del Batallón Guardia Presidencial del Ejército colombiano, sin utilizar armamento extranjero. El mandatario afirmó que su gobierno debe avanzar hacia la “soberanía en materia de seguridad y defensa”.
El ministro de Defensa, Pedro Sánchez, explicó que las armas devueltas formaban parte de un programa de asistencia y entrenamiento entre ambos gobiernos. Añadió que Colombia está fortaleciendo su industria militar local con la fabricación de armas ligeras, partes de fusiles y componentes propios para reducir la dependencia externa en materia de defensa.
A pesar del interés público, ni el gobierno colombiano ni la embajada estadounidense han revelado los detalles técnicos de las armas retiradas, como marcas, calibres o modelos específicos. Lo que sí se confirmó es que el sistema antidrones formaba parte del perímetro de protección de la sede presidencial y será reemplazado por equipos nacionales en los próximos meses.
La medida se produce en medio de un clima de tensión diplomática entre Bogotá y Washington, tras recientes diferencias políticas y la controversia por la revocación de la visa estadounidense al presidente Petro. Analistas consideran que este gesto podría marcar un nuevo punto de inflexión en la cooperación militar entre ambos países.
Mientras tanto, las autoridades colombianas aseguran que la seguridad presidencial no se verá afectada y que los reemplazos tecnológicos y armamentísticos ya están siendo gestionados con recursos propios del Estado.