EL ALGORITMO MATÓ LA VERDAD – Crónicas de Gardeazábal

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Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

Yo estaba convencido de que los algoritmos tenían limitantes a la hora de juzgar. Todos sabemos que no aceptan ni digieren metáforas ni ironías. Pero, con lo que ha estado haciendo Trump estos días y con lo que afirmó sobre el origen de la guerra de Ucrania, nos vemos obligados a aceptar la respuesta decente del aterrado Zelensky, quien dijo que el emperador de Washington está dentro de una burbuja informática y que brinda datos vueltos algoritmos por Moscú.

Si una burbuja de esas se produce a tan altísimo nivel y lo dicho resulta ser una soberana mentira, el asunto no puede explicarse como fruto de haber mirado las cosas desde un solo lado, reforzando permanentemente la información que protege creencias y opiniones existentes. No, esas mentiras ocurren cuando los algoritmos de las redes sociales y los llamados motores de búsqueda encierran la verdad en unos cajones construidos sobre las preferencias y comportamientos anteriores, y la pueden reemplazar con una mentira.

En otras palabras, los algoritmos matan la verdad para imponer la nueva verdad que han construido los desarrolladores sobre las frecuencias de repetición. No importa que la realidad los atropelle; terminan imponiendo su verdad. El mejor ejemplo lo dio Trump al acusar a Ucrania cuando todos vimos cómo, lentamente, el oso ruso se iba devorando primero Crimea y después, municipio tras municipio del Donbás, hasta obligar al gobierno de Kiev a defenderse.

No son los tiempos cuando Napoleón invadía Rusia o cuando las hordas mongoles se quedaban con la estepa y la noticia llegaba en cartas privadas. En estas épocas de los algoritmos, hay fotografías, videos y verificaciones satelitales para impedir que se deforme la verdad. Pero nos ha esclavizado tanto el algoritmo, haciendo cómodo nuestro transcurrir, que ahora destruyen la verdad para imponer la realidad rectilínea, clasificada por ordenadores digitales urdidos por los programadores, los nuevos dictadores.

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