Corea del Sur ha logrado mucho más que una revolución televisiva: ha transformado su industria cultural en una herramienta estratégica de proyección internacional. Así lo demuestra el informe “Korean Cultural Affinity Global Report”, publicado por Netflix en junio de 2025, en alianza con la firma 2CV. Este documento analiza el impacto del K-Content —término que agrupa dramas, películas, música y moda coreana— y revela cómo, a través del streaming, Corea ha conquistado emociones, audiencias y mercados en todo el mundo. La investigación, basada en encuestas a más de 11.500 personas en países como Estados Unidos, Brasil, México, Francia, India, Japón y Corea, concluye que el contenido audiovisual surcoreano se ha convertido en un poderoso vehículo de marketing cultural, reforzando la imagen del país y dinamizando industrias paralelas como el turismo, la gastronomía y la cosmética.
Uno de los datos más contundentes del informe es que el 80% de los suscriptores globales de Netflix han visto al menos una serie o película coreana. Además, desde 2021, cuando la plataforma comenzó a publicar su ranking semanal, siempre ha habido al menos un título coreano en el Top 10. Esta permanencia no solo evidencia la calidad narrativa y visual de las producciones coreanas, sino también su capacidad de conectar con audiencias culturalmente diversas. El marketing en torno a estas series ha amplificado su alcance, con productos derivados, colaboraciones con marcas y campañas de promoción turística que capitalizan la popularidad de las historias para impulsar la economía creativa del país.
El informe también destaca el cambio positivo en la percepción internacional sobre Corea del Sur. El 61% de los usuarios globales de Netflix afirman tener una mejor imagen del país después de consumir contenido coreano, y en mercados estratégicos como Brasil e India, ese porcentaje asciende al 73% y 71%, respectivamente. Los atributos que los espectadores asocian a Corea incluyen modernidad, creatividad, riqueza cultural y calidad de vida. Esto posiciona al país asiático al nivel de potencias culturales tradicionales como Estados Unidos, Francia o Japón, consolidando su liderazgo como potencia de “soft power” en el escenario global.
Una mención especial merece “El Juego del Calamar” (Squid Game), la serie más vista en la historia de Netflix, que no solo se convirtió en un fenómeno mediático mundial, sino que también impulsó búsquedas en internet, aumentó el turismo hacia Corea, y despertó el interés por el idioma, la comida y la moda coreana. Esta producción marcó un antes y un después para el contenido surcoreano, funcionando como una puerta de entrada para millones de personas al universo de los K-Dramas y reforzando el vínculo emocional de los espectadores con la cultura coreana.
La influencia del K-Content también se traduce en decisiones de consumo. El 72% de quienes ven K-Dramas expresan deseo de visitar Corea del Sur, mientras que el 61% ha probado la gastronomía coreana después de ver alguna serie. Además, un 62% muestra interés en adquirir productos como cosméticos, tecnología o ropa coreana, y un 67% señala que el contenido ha influido directamente en sus gustos musicales, especialmente en la afinidad por el K-Pop. Estos indicadores confirman que el impacto del entretenimiento trasciende la pantalla, generando comportamientos de compra e intereses culturales sostenidos.
Finalmente, el estudio concluye que Netflix ha sido un aliado fundamental en esta expansión. No solo como canal de distribución, sino también como curador de contenidos, impulsor de estrategias de marketing y catalizador del fenómeno coreano. Con cifras que respaldan su alcance global y una respuesta entusiasta del público, las series coreanas han consolidado un nuevo paradigma de influencia cultural, donde las emociones, el arte audiovisual y el comercio convergen en un modelo exportable. Corea del Sur, gracias al streaming, ha logrado que el mundo entero hable su idioma, literal y simbólicamente.