A LAS PUERTAS DEL DESPOTISMO

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Por: Federico Senior

Estamos a un paso del fondo el cual no es otra cosa que el piso de un foso que todos hemos ido cavando, no fue que en el camino nos sorprendiera un abismo y no hubiéramos podido evitar caer en él, no, estamos donde estamos, porque así lo hemos querido, porque así lo decidimos.

Es así como hoy estamos a punto de presenciar el tránsito de un gobierno republicano a uno despótico, nos hemos encontrado de repente con el demonio, pensando que este nunca podría salir del infierno, el hecho es que aquí lo tenemos, ante nosotros, desafiante, cínico, amenazante, desenvainando afiladas espadas y enarbolando piratescas banderas de muerte, emitiendo claras e inequívocas advertencias de las severas retaliaciones que pueden venirse sino le obedecemos.

No es esto lo mas grave, para nada, lo peor es que los del poder no esconden sus intenciones, han manipulado a la opinión pública, a los medios, a los gremios y por ante todo a la clase política a la que conocen muy bien, saben de su irrenunciable necesidad de recursos, conocen a la perfección como se transa con ellos, cuanto valen sus otorgamientos, saben que a esta “casta” poco o nada le importa el bien común, todo se resume en dinero, pues sin este no hay como financiar las campañas, que les permitan seguir donde están y así poder conseguir de nuevo los recursos para la siguiente, todo en un diabólico, eterno y pestilente carrusel de descomposición.

Hasta ahora, todos los gobiernos (nunca ajenos a corruptelas) habían manejado el asunto, con hábil malabarismo, aprobaban algunas leyes que reivindicaban logros para las clases populares, uno que otro subsidio, permitían la ejecución de obras, que denotaran progreso, eso sí, no sin antes haber sacado su indispensable “participación”, todo, pensando que de esa manera, manteniendo ese andamiaje, bamboleante pero sostenible y eso sí, muy provechoso para ellos, lograrían la perpetuidad en el poder.

El terreno estaba abonado, la nuestra es una sociedad proclive al delito, a la trasgresión de la ley, a ello nos han llevado muchas circunstancias, de clima, de geografía, de herencia, de suerte y de maldiciones, mazacote que nos identifica, el éxito, se ha visto y se vive como logro de la delincuencia, del tráfico de drogas, de las mafias, de la sublevación, avalado todo ello, por la más hipócrita aprobación de las clases dirigentes, expresadas en leyes permisivas, tratados de paz, o simplemente, vista gorda, y listo.

Hasta que un día, y a pesar de que él nos lo dijo, nos lo repitió, nunca oculto su nauseabundo olor a azufre, Belcebú nos aplasto la cabeza, con su latoso (pero muy efectivo) discurso de lucha de clases, de esclavismo, oligarquía, ricos y pobres, élites, pobreza, injusticia, conquisto el poder, usando la democracia, con el solo objetivo de acabarla (a la democracia).

A su favor, debemos agradecerle, que nunca nos ha ocultado sus verdaderas intenciones, nos lo dice y repite hasta el cansancio, de frente o con incomprensibles artilugios lingüísticos (léase verborrea), nos ha dejado muy claro desde siempre, que tan solo su voluntad deberá ser la que prepondere, por encima de cualquier consideración legal, constitucional, lógica o de sentido común, el objetivo es el poder, permanente y absoluto, cualquier argumento, persona, ley, o instancia que implique impedimento para el logro de su meta, para él, es eludible, dado que en teoría el “pueblo” lo apoya, y como de igual manera sabe muy bien que ese “pueblo” ni de lejos es mayoría, con el mayor de los descaros, nos lo vuelve a decir, “lo haré con la delincuencia”, y lo hizo en el sitio más apropiado, el centro del poder  en donde gobierna la oposición, se llevo a la tarima de La Alpujarra, al más selecto grupo de forajidos y los presento en sociedad, lo dijo sin pronunciarlo, he aquí la muestra del perfil de mi gabinete en el próximo período, con ellos pasaremos de la virtud del gobierno republicano, al temor (terror) del despótico.

Lo que resulta increíble, es como las reacciones de los dirigentes, políticos, gremiales, sociales, se limitan tan solo a encontrarle los más ofensivos adjetivos a tal acto, sin profundizar ni un milímetro en lo que esto implica, al parecer, o no se dan cuenta, o como el avestruz, prefieren no darse por enterados de lo inminente de la llegada del totalitarismo, de su implantación, y de su permanencia, tal vez porque no saben cómo evitarla, y creen que lo más cómodo o menos riesgoso, es intentar el diálogo, tender puentes, bajar el tono, transar, negociar, no queriendo aceptar, que ese, no es interlocutor, que con él no se negocia, no se pacta, y la respuesta del porque no, la da el mismo presidente, jamás cumple los acuerdos, promete y al instante incumple.

No podemos caer en la candidez de Chamberlain en la década de los treinta, con su teoría del apaciguamiento, cediéndole a Hitler, aceptándole sus caprichos, a cambio de que éste no iniciara la guerra, los hechos demostraron cuan equivocado estaba, y cuan acertado lo estaba Churchill, quien desde siempre sostuvo que la única manera de evitarle el triunfo a los nazis, era acabándolos, de la historia debemos aprenderle a Churchill y desestimar por completo a Chamberlain, con este tipo de enemigos, no se negocia.

Ente tanto, debemos procurar que el presidente Petro, concluya su período constitucional el 7 de agosto del 26, debemos evitar que le aprueben sus reformas, evitar a toda costa volverlo un mártir, como lo logro el Procurador Ordoñez al destituirlo de la Alcaldía de Bogotá, evitar que manipule las elecciones, y al minuto de que abandone su cargo, iniciar todos los procesos que lo juzguen, como el  impostor, como el enemigo público numero uno, como el gran destructor de la sociedad y como el más notorio de los abanderados del desprecio por las instituciones y la democracia.

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