El primer informe público de agosto y quizá el más decisivo hasta ahora sobre la salud de Miguel Uribe Turbay sostiene una cifra que sorprende: según un médico cercano al caso, “el 98 % de las personas con esa lesión muere”, lo que ubica al senador y precandidato presidencial en el escaso 2 % de quienes sobreviven.
Desde su hospitalización en la Fundación Santa Fe de Bogotá el 7 de junio, tras recibir un disparo en la cabeza durante un mitin político, la evolución de Uribe Turbay ha sido considerada como “muy delicada” por los médicos. Durante semanas permaneció en coma inducido, conectado a ventilación mecánica y en estado crítico. Sin embargo, ningún parte oficial hasta mediados de julio calificó su estado como irreversible.
El 14 de julio, el centro médico emitió un parte oficial que dio un ligero respiro: el paciente mostraba una “respuesta clínica favorable y estable”, y el equipo interdisciplinario decidió iniciar el protocolo de neurorehabilitación, con evaluaciones neurológicas y físicas constantes, aunque mantuvo sedación y soporte respiratorio en la Unidad de Cuidados Intensivos.
La hermana del senador, María Carolina Hoyos, confirmó en entrevista a Caracol Radio el progreso: afirmó que Miguel ya entró en la fase de despertar, durante la cual el cuerpo responde gradualmente tras un largo periodo de sedación y terapia intensiva. “Está en su evolución muy bien, gracias a Dios… Miguel es consciente, tiene conciencia en este momento… va muy bien”, declaró.
Pese al avance, los especialistas advierten que este tipo de lesiones siempre conlleva un pronóstico reservado: tras años de experiencia, el equipo médico considera excepcional la recuperación neurológica tras traumas craneoencefálicos tan graves. Cada día de rehabilitación representa un paso adelante, pero también una oportunidad para complicaciones.
A casi dos meses del atentado que le costó la vida política de un 14 % de los aspirantes presidenciales, la recuperación de Uribe Turbay ha adquirido un carácter simbólico. El hecho de que esté consciente y participando en terapias tiene impacto político y emocional. La alternancia entre alerta médica y avances tangibles se mantiene en tensión, mientras millones de colombianos siguen atentos a cada parte clínico.
A medida que solicite o reciba nuevos partes médicos, especialmente tras la salida de sedación, el panorama podría aclararse o mostrar retrocesos. Por ahora, la familia prefiere considerar la evolución como “un milagro en construcción”, sin negar que queda incluso más camino desconocido que recorrido. El desafío médico y político apenas comienza, y la recuperación de Uribe seguirá siendo una prueba difícil de pronóstico.