Kiruna Kyrka: la iglesia de madera que viajó 5 km para salvar su historia en Suecia

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La Kiruna Kyrka, una de las iglesias de madera más emblemáticas de Suecia, protagonizó un hecho histórico los días 19 y 20 de agosto de 2025: fue trasladada cinco kilómetros al este para salvarse de los efectos de la expansión minera que amenaza a la ciudad de Kiruna. Con 113 años de antigüedad y un peso cercano a las 672 toneladas, la operación se convirtió en un espectáculo cultural y de ingeniería seguido de cerca por la comunidad local e internacional.

Construida entre 1909 y 1912, y consagrada el 8 de diciembre de ese año, la iglesia fue votada en 2001 como el mejor edificio sueco construido antes de 1950. Su diseño combina el estilo neogótico con influencias de la cultura Sámi, lo que la convierte en una joya arquitectónica de valor patrimonial único.

El traslado, que duró dos días, exigió un despliegue logístico sin precedentes: se ensancharon calles principales, se desmontó un viaducto y se emplearon plataformas especiales para transportar la estructura completa. Elementos internos como el altar pintado por el príncipe Eugen y el órgano monumental fueron retirados o protegidos cuidadosamente para garantizar su preservación durante el trayecto.

La reubicación se llevó a cabo debido a los hundimientos de tierra provocados por la mina de hierro de LKAB, la más grande de Europa, cuya expansión obligó al municipio a desplazar viviendas, edificios públicos y monumentos históricos. En total, más de veinte construcciones emblemáticas serán trasladadas en este ambicioso plan urbano que se extenderá hasta 2035.

Para los habitantes de Kiruna, la mudanza de su iglesia no significó una pérdida, sino un acto de resiliencia. “La ciudad se mueve, pero la memoria y la fe se trasladan con ella”, expresaron representantes de la comunidad durante la ceremonia de despedida. Miles de personas acompañaron el proceso, que fue transmitido por televisión nacional y generó gran expectación en redes sociales.

La Kiruna Kyrka permanecerá cerrada mientras se completan los trabajos de adaptación en su nuevo emplazamiento. Según las autoridades, está previsto que vuelva a abrir sus puertas al público hacia finales de 2026, en un entorno diseñado para preservar su valor espiritual y arquitectónico.

Este traslado no solo representa un triunfo de la ingeniería, sino también un símbolo de cómo una comunidad puede proteger su patrimonio cultural frente al avance de la minería y los cambios inevitables del progreso.

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