Por: Federico Senior
En donde está la novedad, la pregunta va dirigida a las innumerables voces que a diario expresan su perplejidad, ante la interminable sarta de incongruencias, tanto en las soporíferas homilías del Señor Presidente, como en el inacabable “trinar” de sus redes sociales.
La pregunta entonces es, ¿porque nos extraña?, ¿Qué es lo nuevo o lo inesperado de toda esta narrativa presidencial?, pues si nos atenemos a lo expresado durante su campaña, el hoy presidente nos prometió, lo que hoy está cumpliendo, parece una locura, pero es así, acabar con las EPS sin importar lo que pase con la salud de todo el pueblo, acabar con el régimen pensional, apoyar amparada en una supuesta “paz total” a toda la insurgencia, a toda, disidencias, paramilitares, delincuencia común, primera línea o como sea que se llamen, gastar a manos llenas en burocracia, acabar con los créditos estudiantiles, acabar con la industria petrolera, acabar con la industria minera, perseguir a los “riquitos” que cuantificó él como los cuatro mil más ricos del país, exprimirlos al máximo, acabar con las obras de infraestructura como las vías 4G, dizque porque éstas solo eran para que transitaran las Toyotas de esos blanquitos millonarios, y peor aún, en lo que se está consolidando como el actuar más peligroso del gobierno, más bien diría yo del actuar del presidente (puesto que cada día lo vemos mostrándose como el único artífice de la gestión del ejecutivo), quien a todo trance, se pasa por la faja a los otros dos poderes, al judicial, no respetando las decisiones que no le convienen o que no le gustan, y al legislativo, de muy simple manera, comprándolo, entonces la respuesta no puede ser otra qué, que lo que en verdad nos extraña, es la extrañeza de quienes manifiestan sorpresa, el Señor Presidente, solo está cumpliendo, con sus promesas de campaña.
Me pregunto entonces, ¿es que la oposición esperaba a un Petro diferente?, ¿demócrata?, ¿mesurado?, ¿respetuoso?, ¿en verdad eso era lo que esperaban?, cuanta ingenuidad junta, no entiendo, habiendo tantas mentes pensantes entre los políticos no izquierdistas, no hayan sido conscientes de que del presidente Petro, solo se puede esperar, odio, por ende venganza, retórica marxista, desprecio por el orden institucional, de Gustavo Petro, solo se puede esperar su actuar perpetrador procurando conseguir su continuidad en el poder, para lo cual, no lo duden, acudirá a cualquier amaño, sea ya invocando el poder del pueblo, sea bien, argumentando amenazas contra él, contra su cargo, y hasta contra su vida, o incendiando de nuevo el país, con otro estallido social, soportando entonces sobre todos esos supuestos, decisiones tales, como promulgar el estado de excepción, que le permitan lograr su sueño, gobernar por decreto.
Debemos ser conscientes de que el presidente es un personaje oscuro, malo, perverso, que intenta venderle al pueblo, la imagen de ser su salvador, (y que su fracaso actual, solo obedece al proceder de sus enemigos) su defensor, que intenta mostrarle al pueblo la imagen de héroe batallador, argumentando que su militancia en el sanguinario grupo guerrillero al que perteneció, lo convirtió en paladín de la justicia, en sobreviviente de la cruenta lucha armada con la que intentaban tomarse el poder, cuando la verdad es que no pasó de ser un simple mandadero de última categoría, y no me cabe duda al asegurar, que nunca sostuvo un fusil, que menos aun estuvo en ninguna batalla, que nunca hizo un disparo, y que menos aún (esto a su favor), jamás mato a nadie, para hacer eso, se necesitan agallas, valentía, condiciones totalmente ajenas a la personalidad del primer mandatario.
Estamos ante una personalidad enferma, un ególatra, megalómano, mitómano, enloquecido por el poder (no puedo asegurar que su estado de locura obedezca al consumo de sustancias psicoactivas, o simple alcohol, no me consta), pero la constante evidencia de sus delirios solo permite dejar pensar que estamos en la presencia de un personaje cuya mente es ajena totalmente a la cordura.
Extrañeza causa igual, el que no haya reacción entre sus opositores, distinta a la de la crítica, a la de la burla (es que es muy fácil burlarse del hombre), pero con extrema preocupación vemos, que no hay nadie que salga a convocar a las fuerzas vivas, que proponga cambios reales, productivos, beneficiosos, que tome las riendas de la oposición unificando en un solo proyecto, el retorno a la sensatez, a la decencia, a la verdadera democracia, a la libertad, al bienestar.
Extrañeza causa, profunda y preocupante, que nos hemos dejado llevar por el torbellino del calenturiento discurso de un orate, que por desgracia eligió el pueblo, y que, de paradójica manera, aún conserva el apoyo de cuatro de cada diez ciudadanos.
Por tanto y, si a pesar de que sobran las evidencias de sus verdaderas intenciones, no caemos en cuenta de cuales son éstas, debe entonces bastarnos con repasar la intervención del primero de mayo, ante una multitud (de todo menos espontanea), de manifestaciones poco convincentes de verdadero apoyo, en las que como es costumbre, despotricó, maldijo, insultó, e intentó mostrarse como el macho Alfa, que a todas luces no es, desenvainando la espada de Bolívar en un despreciable acto, intimidante, amenazante, como lo haría el más execrable guerrillero, desafiando al Congreso, a aprobar sus alocadas reformas, o si no, a sufrir las heridas de la batiente espada del pobre Bolívar, que terminó siendo el símbolo de las armas que deberá empuñar el pueblo, para que su pretendido líder logre las reivindicaciones que merece su grey, a punta de bala.
Sino actuamos, nos quedará tan solo quejarnos en unos cuantos meses, por no haber actuado, por no haber caído en cuenta, que la tarántula que nos había estado subiendo pierna arriba, era más peligrosa y traicionera, de lo que nos habíamos imaginado y que conocía perfectamente, donde estaba la femoral de sus enemigos, en la que hincar sus venenosos quelíceros.