Por: Aldrin García – Director de Totus Noticias
En política, los “reinicios” no siempre son avances… a veces son pantallazos azules. Daniel Quintero creyó que podía reinventar la política con un gran botón rojo que decía “RESET”, pero lo que terminó reiniciando fue al Pacto Histórico completo. Y lo hizo con la misma sonrisa con la que alguien formatea el computador del trabajo… sin haber hecho copia de seguridad.
Desde hace meses, Quintero anda en campaña, casi desde que salió de la Alcaldía. Publicidad, eventos, giras, discursos inspiracionales con filtro de Instagram y entrevistas donde juega a ser víctima, héroe y protagonista, todo al mismo tiempo. Cada día se mete en un tema distinto —como quien cambia de serie en Netflix— y siempre, mágicamente, termina “mojando prensa”. Su estrategia parece simple: hablar, provocar, negar y volver a hablar. Y si lo pillan, decir que lo malinterpretaron.
Pero el supuesto “nuevo comienzo” que prometía se convirtió en un déjà vu de lo peor de la vieja política: alianzas por debajo de la mesa, rumores de pactos, y hasta el eterno sueño de que la revolución se hace desde un live de TikTok.
Su renuncia a la consulta del Pacto Histórico, dizque por “anomalías jurídicas”, fue presentada como un acto de transparencia. Pero muchos sospechan que más que una renuncia, fue una jugada premeditada. Una implosión controlada —como lo escribí en una columna anterior— donde todo parece derrumbarse, pero en realidad se reacomoda estratégicamente. Porque en el libreto político de Quintero nada es improvisado: todo tiene guion, cámaras y público objetivo.
Y ahora, como si nada, aparece diciendo que podría ser candidato. ¡Qué sorpresa! El hombre que “renunció por principios” ahora dice que está listo para “liderar el cambio” desde otra orilla. Pero en la política criolla, los principios se apagan y prenden como el Wi-Fi: según la señal y la conveniencia del momento.
En redes ya suena el rumor: Roy Barreras de presidente y Daniel Quintero de vicepresidente del Frente Amplio. Y esto parece estar, ya calculado. Una dupla que suena tan “renovadora” como un Windows 95 actualizado a 97. Porque si de resetear se trata, al menos podrían probar con un sistema operativo más nuevo.
Lo cierto es que Quintero no reseteó la política. Lo que hizo fue reiniciar el mismo juego con los mismos jugadores, solo que ahora disfrazados de “anticorrupción” y “nueva generación”. El problema es que la gente ya se sabe los trucos, ya no se emociona con los discursos de “independencia” mientras detrás hay los mismos cables conectados al poder.
Así que sí, Daniel logró reiniciar algo… pero no el país, ni la política, ni la esperanza. Lo que reinició fue al Pacto Histórico: se desconectaron, se trabaron, y ahora nadie sabe quién está al mando. Tal vez en unos días lancen el parche de actualización: “Pacto 2.0 – Edición Quinterista”.
Y mientras tanto, Quintero seguirá haciendo lo que mejor sabe hacer: hablar de sí mismo, vender humo con storytelling y decir que todo lo hace “por amor a Colombia”. Pero cuidado, porque en los reinicios mal hechos, lo primero que se borra… es la memoria.