Por: Aldrin García Balvin – Director de Totus Noticias
Ayer, 10 de enero de 2025, el presidente de Colombia, Gustavo Petro, reiteró su llamado a que se repitan las elecciones en Venezuela, en lo que él describe como una salida democrática para la crisis del país vecino. Sin embargo, esta propuesta, lejos de ser un gesto de apoyo al pueblo venezolano, parece más bien un intento por oxigenar a la dictadura de Nicolás Maduro, una que ha hecho del sufrimiento, la represión y el exilio su bandera de gobierno.
El pueblo venezolano ya eligió ser libre. Según las actas de escrutinio que hoy reposan bajo custodia en Panamá, Edmundo González fue el ganador legítimo de las elecciones pasadas, expresando claramente la voluntad popular de un cambio real. Pero esta victoria fue pisoteada por un régimen que deslegitima cualquier ejercicio democrático y perpetúa el autoritarismo.
Hablar de repetir elecciones, sin desmontar primero las estructuras de control y manipulación del chavismo, es legitimar el terrorismo de Estado que Nicolás Maduro ha impuesto por más de una década. Además, es desconocer la lucha constante de millones de venezolanos que se niegan a resignarse al yugo de una dictadura, y desestimar el coraje de líderes como María Corina Machado, quien sigue enfrentándose a amenazas y persecuciones, como el intento de secuestro fallido que sufrió recientemente.
Venezuela no necesita simulacros electorales diseñados para perpetuar el poder de una dictadura. Necesita justicia y solidaridad internacional para apoyar su transición hacia una verdadera democracia. Cada acto de represión, cada exiliado y cada niño que sufre hambre en Venezuela es un testimonio del fracaso de un régimen que ha destruido el tejido social y económico del país.
Repetir elecciones no solucionará nada si se realizan bajo las mismas condiciones impuestas por el chavismo. Más bien, estas propuestas podrían dar oxígeno a un sistema que ha demostrado ser incapaz de respetar la voluntad del pueblo.
Como colombiano y ciudadano latinoamericano, me preocupa que el llamado de Petro sea interpretado como un respaldo implícito a un régimen que ha desangrado a su gente. En un momento en que la región necesita más que nunca reforzar sus principios democráticos, no podemos permitirnos normalizar narrativas que beneficien a los dictadores.
Ayer fue un día más de lucha para Venezuela, pero también uno de resistencia. Desde las actas custodiadas en Panamá que dan testimonio del deseo de libertad del pueblo hasta las valientes voces como la de María Corina, el verdadero espíritu venezolano sigue vivo y firme.
El camino hacia la democracia pasa por reconocer la voluntad del pueblo y rechazar cualquier intento de disfrazar la opresión de diálogo. La historia no olvidará a quienes intentaron justificar lo injustificable.
La democracia no se negocia, se defiende. Esta es mi opinión.