EL HAMBRE COMO ARMA DE GUERRA – Crónicas Gardeazábal

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Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

El paso de los siglos había civilizado hasta las guerras en el mundo. Desde aquellos sitios asfixiantes a las ciudades amuralladas, para no dejarles entrar comida, hasta cuando los alemanes persiguieron y mataron a los judíos en espantosos campos de concentración, el mundo fue estableciendo unas normas de cumplimiento universal. Y, como tal, se estableció que, aunque en las guerras todo se permite, hay unos excesos que deben ser catalogados como crímenes de guerra.

Los ganadores de la Segunda Guerra juzgaron y condenaron a esos asesinos alemanes, los llevaron a la horca o los hicieron pudrir en las cárceles. Desde entonces, hace 80 años, el mundo había sido capaz de ver cómo hasta las guerras se reglamentaban.

Pero desde cuando llegó el apocalíptico Netanyahu al gobierno de Israel, esos límites volvieron a perderse. La masacre de los palestinos, día tras día durante los últimos 18 meses, para dizque rescatar un centenar de rehenes hechos estúpidamente por los terroristas de Hamás, ha repetido las matanzas de niños y mujeres que el mundo creía haber prohibido.

Pero durante los últimos dos meses, esa bestia apocalíptica y su gabinete de guerra ordenaron volver a usar el hambre como herramienta de la interminable batalla genocida, y no les han dejado entrar ni la comida que repartían la ONU y los países árabes.

La vida se encargará de cobrarle al primer ministro judío lo que está haciendo. Pero, ¿no se habrán dado cuenta los israelíes que su reputación negativa es absoluta?, ¿que el mundo ha perdido el respeto por un país y por un pueblo judío que permite que hagan tamaña barbaridad?, ¿y que el prestigio de inteligencia, sabiduría y respeto que se ganaron por encima de las persecuciones y del horror del Holocausto lo han despilfarrado de manera miserable, y hoy se acercan peligrosamente al repudio del mundo entero?

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