EL CENTRO Y LA DERECHA ESTAN PERDIDOS

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Por: Federico Senior

Impresiona cuan fácil ha sido para el actual gobierno, conservar y peor aún aumentar el respaldo de la población, el país está en el medio de un desastre evidente, de eso no hay que hablar, no solo lo sabemos, sino que lo vivimos, empero, al contrario de lo que sucedía en los anteriores mandatos a la altura de su  tercer año (a excepción del primer gobierno de Álvaro Uribe), la desaprobación era descomunal, hoy, la situación es al revés, para asombro de algunos, inexplicable para otros, y aterrador para muchos, el presidente aumenta su aprobación, llega hoy casi al cuarenta por ciento, dicho de otra manera, cuatro de cada diez ciudadanos, aprueban su gestión.

Los demócratas (como los llamo a quienes no son de izquierda, al menos de los que están en el poder), parecen haber entrado en estado criogénico, el presidente, de muy hábil manera, ha logrado, repito, casi sin mayor esfuerzo (intelectual) hacer evidencia de la fractura que ha caracterizado desde siempre a la clase política secular, ésta, se halló de repente ante un hecho inédito, está fuera del poder, desde los albores de la república, éste (el poder) había sido poseído por la clase política dominante, una colcha de retazos cosida por los fuertes hilos que los obligaba a mantener adherida la cobija con la que se arropaban todos, hubo un par de mandatarios que se alejaron algo del centro, Los dos López y Samper, pero nunca con la intención de desbaratar el orden instituido, la séptima papeleta y la posterior instauración de la nueva Constitución, no implicó para nada, la renuncia al orden republicano, y sí, la consolidación de la democracia fundamentada en la división de los tres poderes de Montesquieu, lo malo, fue que la nueva Carta fue diseñada para conservar el sistema presidencialista, dándole al ejecutivo amplios poderes, permitiéndole elegir miembros de las Cortes, manipular las voluntades de los legisladores mediante el manejo del erario, de esa manera, concentrar el poder en cabeza del primer mandatario.

Increíble la ingenuidad de sus gestores, la Constitución del 91, se redacto pensando en que los gobiernos alternativos, jamás llegarían al poder, animados muy de seguro, por la muy reciente para la época, caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, todos (me incluyo) llegamos a pensar que era este el fin del socialismo y por ende del comunismo, cuan equivocados estábamos, Occidente, los países democráticos, las naciones defensoras de la libre empresa, de las libertades individuales, se olvidaron de pensar en que no todo era capital, en que había que pensar en la población que requería el apoyo estatal, se olvidaron de eso, permitiendo que llegara el abuso, la ceguera que produce la desmesurada avidez por el dinero, a cualquier precio, creando el perfecto caldo de cultivo, en el cual, como sucede en nuestro país, se cocina la rebeldía de la población marginada, agravada por toda la guerra interna, el imperio del narcotráfico y la descomunal corrupción que ha carcomido hasta casi derruirlos, los pilares del Estado.

Llegó entonces la hora, los demócratas habían acabado con los partidos tradicionales, la distancia entre los retazos de la colcha se iba haciendo más grande, insalvable casi, las traiciones de los delfines estuvieron servidas a diario, así, ese fuerte hilo que mantenía la cobija pegada, se debilitó, quedándole muy fácil a la oposición, halar de él, y desbaratarla, dispersando al garete los retazos, intentando cada uno por aparte, pegarse a la nueva frazada, como fuera, con tal de morder algo del pastel del presupuesto, sin importar si se vendían o no los principios, eso no importó (bien, casi nunca ha importado), y así, con la anuencia de los dueños de esos pedazos de tela, ajados, sucios, los unos se quedaron atados al trapo del gobierno y los más, sueltos y a merced de los egos de sus dueños, se devanan los sesos, intentando con toda irresponsabilidad y obcecación llegar ellos solos al poder, y como última instancia, ver, como es que pueden unir de nuevo el despedazado tejido, pero eso sí, cada cual, pretendiendo quedarse con el pedazo más grande.

Entretanto, el presidente, muy de seguro muerto de la risa, contempla satisfecho su magistral obra, como hábil titiritero, le maneja los hilos a sus opositores, los pone a hablar y a criticarlo, con cada cretinada que se le ocurre cada veinticuatro horas, dice, asegura, habla, incita, provoca, pontifica, declara, reta, todo con la intención de impedir que la oposición atempere, se dedique a pensar en la opción que debe presentar al pueblo para evitar la continuidad en el poder, de la nefasta izquierda.

El centro, la derecha y en suma los demócratas del país están perdidos, no saben que hacer, ninguno ha dado muestras de negociar, de pactar, de acordar lo que se debe plantear, ninguno sabe para donde coger, se dedican a despotricar de los actos del ejecutivo, criticando cada vez con más acritud todo lo que diga el jefe del gobierno, pretendiendo con ello captar audiencia, logrando exactamente lo contrario, hacerle eco a lo que dice Petro. Nadie propone nada, lo poco que se oye, son tonterías, como la de los impuestos 10-10-10, y así por el estilo, pero nada contundente, nada claro, nada que pueda atraer a la gran población, nadie, por ejemplo, habla de los empresarios, pero no solo de los grandes, nadie habla del pequeño vendedor de la calle, del que tiene el puesto de frutas, o de arepas o de paraguas, esos son empresarios, esos son los que merecen que el estado los proteja, los ayude, los anime, no los persiga, no los aturda con normas e impuestos, y así como éste, hay muchos vacíos que el gobierno no atiende, pero que peor aún, la oposición ni se entera. El Centro y la Derecha, están perdidos, y si no se encuentran, van a permitir, que perdamos nuestro país, en conclusión, el juego solo lo pueden ganar los no socialistas, agrupándose, planeando el cómo van a gobernar, apoyando la iniciativa privada, disminuyendo el tamaño del estado, luchando contra los alzados en armas, contra el narcotráfico y por sobre todo, luchando contra la gangrena de la corrupción, ahí tienen un amplio menú, para sentarse a pensar, el que y el como proponerle al pueblo, el verdadero cambio, que hoy se nos presenta como uno (el cambio) de dos cabezas, cambiar las viejas costumbre y cambiar de destino virando sin dudarlo, hacia la derecha.

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