Alfredo Saade impulsa reelección de Petro y enfrenta críticas por su papel en el gabinete

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Alfredo Saade, pastor evangélico de la Costa Atlántica y actual jefe de gabinete de Gustavo Petro, sorprendió a la opinión pública tras protagonizar un acto de campaña interna durante la instalación del Congreso. A viva voz alentó a su bancada a gritar “reelección”, en clara alusión a una posible repostulación presidencial en 2026, un tema constitucionalmente prohibido y políticamente conflictivo.

El gesto no fue aislado: en redes sociales, Saade retó a la oposición y declaró su disposición a “hacer todo para que el nombre del presidente Petro sea repostulado en el 2026”. Su fervor, sin embargo, choca con la postura pública del presidente, quien ha afirmado reiteradamente no estar interesado en aspirar a un segundo mandato.

La propuesta causó fuertes reacciones internas en el Gobierno. El director de la UNGRD, Carlos Carrillo, fue uno de los primeros en cuestionarlo: “¡Ya está bueno de payasadas! Usted no es un opinador… su obligación legal y moral es respetar la Constitución y la ley. En Colombia no hay reelección”, afirmó. Esa versión fue reforzada por múltiples medios que sugirieron que su rol de agitador político pone en riesgo la institucionalidad del gabinete.

En paralelo, Saade encendió otro fuego al afirmar que el “periodismo arrodillado tiene que ser controlado”, lo que fue interpretado como un ataque directo a la libertad de prensa. Su voluntad de regular medios, pedir el cierre de algunos y censurar opiniones ha generado un rechazo generalizado entre comunicadores y sectores democráticos, quienes advierten sobre tendencias autoritarias.

La polémica en torno a Saade también toca aspectos institucionales: su nombramiento en junio como jefe de gabinete —un cargo no oficial pero clave en Casa de Nariño— ya había levantado cuestionamientos por su cercanía con el presidente y su historial de propuestas controvertidas, como cerrar el Congreso o aprender de modelos antidemocráticos.

Los críticos aseguran que, lejos de dedicarse a la coordinación del poder ejecutivo, su desempeño político excesivo —que algunos tildan de “activismo”— distrae focos y complica la agenda gubernamental.Muchos exigen que retome sus labores administrativas y no actúe “como influencer” político.

El ambiente político colombiano, que ya registra señales de desgaste tras los avances y estancamientos en reformas clave, observa con preocupación cómo se intensifica el debate sobre democracia, límites institucionales y libertad de expresión. La insistencia en la reelección y el control mediático planteada por un alto funcionario abren un nuevo capítulo de controversia que podría definir la narrativa antes de las elecciones de 2026.

En las próximas semanas será decisivo observar si Saade modera sus posiciones o si el Gobierno reacciona para contener tensiones internas. Su figura, de pastor carismático a agitador institucional, redefine el rol de la Casa de Nariño, y su influencia directa en la agenda política podría tener repercusiones profundas en la confianza ciudadana y en el rumbo del proyecto estatal.

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