¿Uribe y Pinzón rumbo a 2026? Un encuentro que abre juego a la gran coalición

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Por: Aldrin García Balvin – Director Totus Noticias 

El expresidente Álvaro Uribe Vélez y el exministro Juan Carlos Pinzón se reunieron en la noche del 15 de agosto en un encuentro que rápidamente generó expectativa política en el país. No fue una simple conversación protocolaria, sino una cita con lectura estratégica: el Centro Democrático entiende que solo difícilmente podrá llegar al poder en 2026 y que necesita abrirse a nuevas figuras y a una coalición más amplia.

Juan Carlos Pinzón aparece como un invitado clave en esta ecuación. No solo porque es el único de los precandidatos cercanos al uribismo que puede mostrar resultados concretos en seguridad, relaciones internacionales y finanzas públicas, sino porque su perfil técnico y su capacidad de diálogo lo convierten en una carta con posibilidades de tender puentes hacia sectores independientes y moderados que hoy miran con distancia al uribismo tradicional. Esa hoja de vida lo pone en un lugar distinto al de los otros cuatro precandidatos del partido —María Fernanda Cabal, Paloma Valencia, Andrés Guerra y Paola Holguín—, quienes si bien representan la base militante, todavía no logran proyectar un liderazgo nacional capaz de disputar la presidencia.

El expresidente Uribe lo sabe y por eso, en sus declaraciones, pidió a la militancia superar las prevenciones que existen hacia Pinzón por su paso en el gobierno de Juan Manuel Santos, un capítulo que todavía despierta resistencias dentro del partido. Al hacerlo, Uribe busca limpiarlo de culpas y presentarlo como una opción válida, sin cargas históricas, dentro del tablero uribista. Al mismo tiempo, aprovecha el vacío que dejó el asesinato de Miguel Uribe Turbay, convertido ahora en símbolo de unidad y mártir de la colectividad, para reorganizar el relato interno: la pérdida de Miguel duele, pero también obliga a pensar en grande y abrirse a nuevas alianzas.

De ahí que la idea de una gran consulta interpartidista en marzo de 2026 no suene lejana. Uribe ha sido claro en que la candidatura del Centro Democrático tendrá que comprometerse con una coalición amplia, porque de lo contrario no habrá opción real frente al poder del petrismo. En ese escenario, algunos ya imaginan una fórmula donde Pinzón pueda encabezar y alguien como María Fernanda Cabal lo acompañe en la vicepresidencia, recogiendo tanto la experiencia técnica como la fuerza de la base uribista más fiel. Aunque a muchos no les guste, ese tipo de jugadas podrían darle competitividad a la derecha en un país que sigue polarizado.

El petrismo, por su parte, llegará a 2026 con el poder en sus manos y con la capacidad de movilizar a sus bases sociales. Petro, guste o no, sigue siendo un gran elector y su narrativa de transformación aún resuena en distintos sectores. Incluso con fisuras internas, el Pacto Histórico mantiene cohesión en lo esencial, y eso lo convierte en un rival fuerte. Justamente por eso, la oposición no puede darse el lujo de llegar fragmentada.

Como consultor político, este encuentro entre Uribe y Pinzón no puede leerse como una simple foto. Es un movimiento de ajedrez que busca reacomodar fichas en medio de una coyuntura difícil para el Centro Democrático: un partido golpeado por la pérdida de un líder, con su máximo jefe condenado judicialmente, y con varias precandidaturas que todavía no despegan. La presencia de Pinzón representa aire fresco, pero también un riesgo de abrir nuevas fracturas si no se maneja con tacto.

El mensaje que deja Uribe es claro: la victoria en 2026 dependerá de sumar, no de dividir. Habrá que ver si el partido logra aceptar esa realidad y si Pinzón tiene la habilidad de consolidarse como opción dentro de un uribismo que no olvida, pero que hoy enfrenta la necesidad de sobrevivir políticamente. Por ahora, la imagen de Uribe y Pinzón juntos no solo genera expectativa, también obliga a pensar en grande: en coaliciones, en consultas y en fórmulas que puedan competir de verdad por el poder.

Una vez más, Uribe logra poner el debate político en el centro de la conversación nacional. Y aunque el desenlace todavía es incierto, lo que sí queda claro es que la estrategia ya está en marcha.

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