Los influencers del gobierno: bienvenidos al club de los comunicadores del cambio

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Qué orgullo ver cómo el país por fin encontró a sus verdaderos líderes de opinión. No se llaman RCN, ni Caracol, ni mucho menos Semana. Ahora los micrófonos los empuñan los “comunicadores del cambio”: un ejército de influenciadores de Instagram, TikTok y X que, con el filtro correcto y una story en modo épico, tienen más acceso al poder que un periodista con veinte años de experiencia.

Y claro, para ellos no aplica la austeridad, ni las colas en el aeropuerto, ni la clase turista. Porque cuando eres un tuitero leal, el Estado se convierte en tu agencia de viajes. Que lo digan los más de veinte “creadores de contenido” que abordaron un avión de la Policía Nacional para asistir a un cabildo abierto en Barranquilla como si fueran parte de la delegación diplomática. ¿Quién necesita credenciales de prensa si tienes un anillo de luz y una cuenta verificada?

Por supuesto, todo con respaldo institucional. El Ministerio del Interior no solo defendió la jugada, sino que explicó que el traslado fue legal gracias a un convenio interadministrativo vigente con la Policía desde hace años. Convenio que, casualmente, fue reforzado este año con un contrato por más de 7.000 millones de pesos para el uso de aviones y helicópteros oficiales. Ya van más de 600 millones gastados solo en vuelos este año. ¡Eso sí es tener alas para la democracia digital!

Lo único que faltó fue que les dieran viáticos, camiseta oficial y un refrigerio con juguito de mango.

¿Y las críticas? Bah, eso es puro resentimiento mediático. Que lo diga un representante a la Cámara, quien en sus redes sociales lanzó esta joya de sabiduría política:
“¡Ah claro! Como ganamos la presidencia por Semana, RCN, Blu y Caracol, entonces llevémoslos a todos los eventos y démosle los miles de millones de pauta como en otros gobiernos. Para que editen a su antojo en contra tiempo sobra. Adelante con los comunicadores del cambio.”
Así, con toda la seriedad de una revolución digital financiada con impuestos.

La cereza del pastel la puso el presidente Petro, quien, sin despeinarse, comparó llevar influencers en aviones oficiales con no llevar “traquetos” como –según él– hacían otros gobiernos. Es decir, el problema no es usar bienes públicos para favorecer a tus amigos, sino que los amigos sean personas decentes y no criminales. Ah, qué refrescante es la ética en tiempos de cambio.

Mientras tanto, los periodistas de medios tradicionales miran desde la barrera cómo los nuevos ungidos del algoritmo ocupan la primera fila. Porque, en esta Colombia 2.0, la información no se gana con investigación, sino con fidelidad. El nuevo periodismo se mide en likes y retuits, y si eres muy leal, hasta te llevan en helicóptero.

Claro, todo esto sucede mientras el gobierno habla de transparencia, meritocracia y ahorro. Pero que no se note la contradicción: eso también lo editan los influencers. Lo importante es que se sienta el cambio, aunque venga con boleta VIP y acceso a la cabina del piloto.

Bienvenidos al país donde ser influencer del gobierno es más rentable que ser periodista de verdad.

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