Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
En este país, otrora consagrado al Corazón de Jesús, existe la tendencia de enfrentar los problemas empleando la fórmula contraria a la que los propició. Como nos fue mal con el gobierno de izquierda y un presidente pobretón, ya andan buscando imitar al Ecuador y encontrar un candidato de familia burguesa, adinerada y que tienda a la derecha, para que sea algo así como el “Noboa colombiano”.
Lamentablemente, la cosecha de ese producto es muy escasa en el país. La posibilidad, empero, estaría en escoger entre Álex Char, Alejandro Eder o Gabriel Gilinski, pertenecientes a lo que Gaitán llamaba la oligarquía.
Eder y Char tienen experiencia política y gubernamental. Aun cuando el actual alcalde de Cali goza de muy mala aceptación en su ciudad, en el imaginario nacional está alto y tiene una reconocida esposa samaria. Char va sobrado en Barranquilla y la Costa, y goza de un reconocimiento nacional como muy buen gobernante, aunque poco se asome a Bogotá.
Gilinski no es aún reconocible para el colombiano común, pero ha sostenido la revista Semana y, con su esquema digital, ya patrocinó el lanzamiento de Vicky Dávila, su antigua empleada, por lo que podría pedirle que se haga a un costado para él ser la opción.
Eder y Char tienen plazo de decidirse y renunciar como alcaldes para ir a la contienda hasta el 31 de mayo, cuando comenzaría a regir la inhabilidad, un año antes de la primera vuelta del 2026. Cada uno de los tres tiene sus pros y sus contras. Sus imágenes públicas son diversas y combinan hábitos regionales con pretensiones internacionales.
Aunque los tres hacen parte de familias adineradas, tal vez a Gilinski le sería más fácil invertir en una campaña, pero Char tiene a Olímpica. Todos son jóvenes y actúan como tales, por lo que pueden resultar atractivos como Eder, hábiles como Char o negociantes como Gilinski.
Cualquiera de ellos coparía el molde Noboa. Faltaría ver qué tanto proponen y qué tan atrevidos resultan ser para captar votantes.