Maduro inicia la Navidad con fuegos artificiales en el Helicoide, centro denunciado por torturas y presos políticos

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El Gobierno de Nicolás Maduro dio inicio a la Navidad en Venezuela la noche del 1 de octubre con un espectáculo de luces y fuegos artificiales lanzados desde el Helicoide, edificio conocido internacionalmente por ser sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) y denunciado como centro de torturas y reclusión de presos políticos.

La celebración, transmitida por medios oficiales, estuvo acompañada de actos en la plaza Bolívar de Caracas y otras ciudades. La alcaldesa Carmen Meléndez activó el encendido de las decoraciones navideñas en el casco histórico de la capital, mientras miles de asistentes participaron con bengalas y cantos. En paralelo, desde la cima del Helicoide se iluminó el cielo con fuegos artificiales, en una imagen que rápidamente desató críticas en sectores de oposición y organizaciones de derechos humanos.

El Helicoide, una construcción icónica de los años sesenta, es actualmente la principal sede del SEBIN y ha sido señalado por la ONU y ONG como Foro Penal y Human Rights Watch como un centro de detención en el que se practican torturas, tratos crueles y donde permanecen recluidos decenas de presos políticos. La elección de este lugar como escenario de celebración generó cuestionamientos sobre la intención del régimen de enviar un mensaje político en medio de la crisis.

Maduro, por su parte, justificó el adelanto de la Navidad —tradición que ha repetido desde 2013— como un “derecho a la felicidad” del pueblo. “Venezuela huele a Navidad a partir de este 1 de octubre”, afirmó el mandatario, al tiempo que insistió en que la festividad “ayuda a la economía y a la cultura”.

El encendido navideño ocurre mientras el país atraviesa tensiones con Estados Unidos, que mantiene un despliegue militar en el mar Caribe con el argumento de frenar el narcotráfico procedente de Venezuela. Pocos días antes, la vicepresidenta Delcy Rodríguez anunció que Maduro había suscrito un “decreto de conmoción externa”, que le otorga facultades especiales en materia de defensa y seguridad frente a lo que denomina “amenazas imperiales”.

En ciudades como Maracaibo y comunidades populares de Caracas también se realizaron actos festivos, con conciertos, reparto de alimentos y entrega de gorros navideños, en una estrategia oficialista para proyectar una imagen de alegría pese al difícil contexto económico y político.

La oposición venezolana y organismos internacionales han criticado el contraste entre el festejo oficial y la realidad del país, marcada por denuncias de violaciones a los derechos humanos, represión política y una creciente confrontación con Washington. El simbolismo de iniciar la Navidad con fuegos artificiales desde el Helicoide refuerza la percepción de un poder que mezcla la celebración popular con los escenarios de represión más cuestionados del régimen.

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