¿Están listos los fieles seguidores de Petro para hacerse voluntarios en su “ejército de salvación mundial”?

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Por: Aldrin García – Director Totus Noticias 

Hoy, al mirar Y analizar todo lo que se dice en redes sociales, columnistas,  noticieros y viendo a las bodegas activas en torno a Gustavo Petro —su discurso en la ONU, su participación en la marcha pro Palestina y hasta la pérdida de su visa americana— me surgen muchas preguntas. La más grande de todas: ¿es en serio que nuestro presidente ahora se erige como comandante de un “ejército de salvación mundial”?

El presidente Gustavo Petro, siempre en busca de un espectáculo global, ahora convoca a un “ejército de salvación mundial”. Pero la pregunta que flota con un tono de ironía es: ¿están realmente listos sus fieles seguidores, ósea los influencers, bodegueros, contratistas, asesores y miembros del Pacto Histórico para hacer fila y embarcarse rumbo a Gaza?

Esos mismos que en redes sociales predican con fervor, que defienden cada palabra de Petro, ¿estarían dispuestos a formar filas y entregarse como voluntarios para esta cruzada internacional? Imaginémonos a la “primera línea”, aquella que en tiempos de Duque bloqueaba ciudades con escudos y palos, ahora preguntándose si realmente se subiría a un avión para enfrentarse a soldados en Medio Oriente.

¿Y qué hay de los influencers y los políticos fieles alfiles del Pacto Histórico, como Daniel Quintero, Gustavo Bolívar, María José Pizarro, Alfredo Saade, Armando Benedetti y Eduardo Montealegre? ¿Estarían ellos listos para cambiar sus trajes, dejar sus celulares y discursos por un uniforme de voluntario en este ejército por la dignidad? Así como lo llaman ellos, que prefieren la dignidad a la Visa. 

La sátira es inevitable: un “ejército de salvación” donde la lealtad se mide me gusta o en tuits y la valentía en retuits. Y mientras nos preguntamos si estos fieles realmente harían fila para jugarse la vida por Palestina, ya me los imagino haciendo filas en El Dorado para embarcarse por la salvación Mundial y la Dignidad. 

Pero mientras ellos sueñan con la salvación mundial, Colombia sigue esperando soluciones a sus propios problemas. Porque al final, la gran pregunta es: ¿no sería mejor que ese fervor se quedara en casa, arreglando lo que de verdad importa aquí?

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