Trump da la orden de derribar cualquier avión venezolano que se vuelva a acercar a sus buques

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Un nuevo capítulo de tensión se abrió en el Caribe luego de que dos aviones de combate F‑16 de la Fuerza Aérea venezolana se aproximaran peligrosamente al destructor estadounidense USS Jason Dunham mientras éste realizaba operaciones en aguas internacionales. El Pentágono calificó la maniobra como “altamente provocativa” y advirtió al Gobierno de Nicolás Maduro que no vuelva a interferir en las operaciones antidrogas y antiterroristas de Estados Unidos. La incursión se produjo apenas dos días después de que las fuerzas estadounidenses destruyeran una lancha con 11 presuntos miembros del Tren de Aragua, un grupo que Washington considera organización terrorista.

En este contexto, Donald Trump endureció su discurso. Durante una reunión con altos mandos militares, el presidente sugirió que cualquier aeronave venezolana que vuelva a acercarse de forma peligrosa a buques estadounidenses podría ser derribada. “Si vuelan en una posición peligrosa, sus capitanes pueden decidir qué hacer”, afirmó el mandatario, según una transcripción de la conversación divulgada por medios locales. Aunque el Pentágono no confirmó una orden formal de derribo, la declaración dejó claro que la administración está dispuesta a responder con fuerza a futuras provocaciones. La postura coincide con el mensaje oficial del Departamento de Defensa, que instó al Gobierno venezolano a no obstaculizar las operaciones estadounidenses y equiparó al régimen de Maduro con un “cártel de narcotráfico”.

El incidente del sobrevuelo elevó las tensiones en un momento en que Washington refuerza su presencia militar en la región. Según reportes de prensa, la Marina estadounidense cuenta con al menos siete buques de guerra y unos 4.500 marines y marineros desplegados en el Caribe. Además, el Gobierno de Estados Unidos planea enviar diez cazas furtivos F‑35 a una base en Puerto Rico para apoyar la campaña antidrogas. Estas aeronaves se sumarán a helicópteros y aviones de vigilancia que ya patrullan la zona, lo que demuestra la importancia que Washington otorga a la lucha contra el narcotráfico y su determinación de disuadir cualquier acción que considere hostil.

Los ataques recientes forman parte de una estrategia más amplia que busca desarticular a organizaciones criminales que operan desde Venezuela. El propio Trump anunció en su red social que ordenó el “ataque cinético” contra el bote en el que viajaban los presuntos integrantes del Tren de Aragua. El presidente acusó a Maduro de dirigir ese grupo y de usarlo para traficar drogas hacia Estados Unidos, y aseguró que la operación se llevó a cabo en aguas internacionales sin bajas estadounidenses. La medida ha sido cuestionada por algunos sectores en Washington, que advierten sobre la falta de autorización del Congreso para este tipo de acciones y el riesgo de que escalen a un conflicto mayor.

El Gobierno venezolano no ha emitido declaraciones sobre la supuesta orden de derribo, aunque en el pasado ha calificado las acusaciones de Washington como parte de una estrategia de cambio de régimen. Nicolás Maduro negó estar vinculado al Tren de Aragua y ha prometido defender la soberanía de su país frente a lo que considera actos de agresión. Por su parte, analistas internacionales señalan que una confrontación directa entre aviones venezolanos y fuerzas estadounidenses tendría consecuencias impredecibles para la estabilidad regional y subrayan la necesidad de canales diplomáticos que reduzcan la posibilidad de incidentes. Mientras la Casa Blanca redobla sus operaciones, el futuro de la relación entre ambos países sigue pendiendo de un hilo, marcado por declaraciones incendiarias y movimientos militares que mantienen en vilo al hemisferio.

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