Por: Federico Senior
Fue el de ese día un triste despertar, al ver y oír lo que había sucedido en el sur de Israel la noche anterior, habían sido asesinadas mil cuatrocientas personas, a manos del grupo terrorista Hamas, se dice rápido, pero esa cifra de muertos es la mitad de las acaecidas el 11 de septiembre en los Estados Unidos, así de grave, de cruento, de salvaje fue el aleve ataque a los inermes asesinados y de la más abominable de las maneras, quienes merecieron la muerte, por el simple hecho de ser judíos.
La diferencia entre los comandos del 11 S, con los del 7 de octubre es enorme, en los Estados Unidos, los tres ataques de aviones que tuvieron éxito, produjeron las dos mil ochocientas muertes, ellos con sus manos, mataron solo a algunos tripulantes y pasajeros en los aviones, el resto, lo produjeron con los impactos sobre los edificios, y de paso, sacrificaron sus propias vidas, para nada con esto estoy dando algún valor o mérito ante semejante salvajismo, pero es que los guerrilleros del Hamas, del 7 de octubre, asesinaron una a una a sus víctimas, a las mujeres las violaban antes de matarlas, degollaban a los hombres, a los niños los quemaron vivos, lo hicieron ellos, con sus manos, empuñando y empujando los cuchillos en las gargantas de sus víctimas, lo hacían felices, lo celebraban durante y después de la masacre, de paso se llevaron a mas de doscientos rehenes, a quienes han sometido a toda clase de vejámenes, en donde la muerte para los en cautiverio, se ha convertido en verdadero alivio, así que si tasamos la crueldad, de manera individual, la exhibida por los asesinos en el reciente 2023 fue infinitamente mayor a la practicada por los comandos de Al Qaeda el 11 S.
No podría sostener que se entiende que estos criminales hayan cometido semejantes actos de barbarie, jamás, pero de hecho son menos censurables que las reacciones, los hechos, los apoyos, los juicios, las censuras, que se han sucedido a raíz de la respuesta de Israel, ante semejante masacre.
Los palestinos, los musulmanes radicales, los iraníes, los hutíes, odian de manera visceral a los judíos, no entraré a especular sobre las razones, ni a discernir sobre los hechos históricos, lo cierto, es que desde que nacen, son aleccionados, basando sus argumentos en el Corán, en donde se justifica por la yihad (guerra santa), impuesta por la sharía (ley musulmana), la perentoria orden, del exterminio del pueblo judío, entonces, a un pobre hombrecito educado en semejante ambiente, obsesionados con Alá, Mahoma e ilusionados con la promesa de conseguir el cielo si en el medio de la yihad asesinan a algún infiel, y de paso recibirán como premio la “atención” de setenta y dos vírgenes en el paraíso, no es mucho lo que se le puede juzgar, son poco menos que animales, con el cerebro lavado, y actúan solo por instinto, son asesinos, cuando matan a un judío lo celebran con el más cínico de los alborozos, como de hecho lo hicieron, repito, esa mañana del ocho de octubre y como lo han hecho cientos de miles de veces, cada que atacan la población judía, en Israel, o en cualquier parte del mundo, juzgarlos, sería como condenar a una gallina, por propiciarle un contundente picotazo a una lombriz, matándola para que le sirva de desayuno, son mucho menos que una gallina, estos criminales.
Lo que sí es inadmisible, lo que trasciende cualquier línea de la razón, es el cómo reacciona la gente ante los hechos, la de los pueblos de occidente, esos que gozan de la democracia, de sus libertades y derechos, ante la embestida de un pueblo que se rige por las más inflexibles normas religiosas, combinadas con fundamentalismos políticos, que convierten a sus pueblos en esclavos de la peor de las ideologías machistas, en donde las mujeres son solo vientres que paren, los homosexuales son condenados a muerte, en donde la libertad es tan solo para los imanes y los ayatolás, es irracional entonces, ver a esos muchachos en Madrid o Roma o Nueva York, enarbolando banderas palestinas, vociferando cuanto improperio son capaces de pronunciar en contra de los judíos, sin caer en cuenta, del enorme peligro al que se aboca la civilización occidental ante la arremetida del islam, sin caer en cuenta de que es Israel el único país democrático del Medio Oriente, en donde imperan los derechos humanos y la libertad, sin caer en cuenta de que es Israel, el dique que hasta ahora ha podido contener el tsunami musulmán, sin caer en cuenta, de que ante un triunfo de los de Alá en Europa, volverían a nuestros países, lugares poco menos que terrenales infiernos para vivir.
Retomando entonces, es en verdad desolador observar el lamentable grado de ignorancia de los pueblos de Europa, de Norteamérica y en general de Occidente, se han vuelto borregos ante todo de los partidos políticos de izquierda, obsesionados con acabar las economías libres, esas que les ha permitido gozar de buenas y largas vidas, vividas en libertad, pareciendo que ahora desearan ver a sus mujeres luciendo las hermosas burkas, o quisieran presenciar la lapidación hasta la muerte de alguna jovencita que tuvo a bien serle infiel a su marido, o a algún “gay” ahorcado en público, por ser lo que es, no son conscientes de lo que hacen, de lo que defienden, son solo rebeldes sin causa, que odian al pueblo judío, solo porque sus líderes políticos (como nuestro querido presidente) así se lo indican, ni siquiera intentan enterarse de la historia, de lo que ha representado para la humanidad el pueblo judío y su interminable lista de aportes al desarrollo y el progreso de nuestra civilización, juran entonces que al profesar tal convicción, la del odio a los judíos, creen convertirse en los luchadores por los derechos humanos, logrando con lo que hacen, con lo que apoyan, el efecto exactamente contrario, están solo, afilándole el hacha al verdugo.
Muy triste el amanecer del 8 de octubre de 2023, como judío, soy consciente de no gozar del amor de la mayoría de la humanidad, pero jamás pensé que el odio que nos profesan motivaría esta masacre perpetrada por cobardes sanguinarios psicópatas, pero más impensable para mí, ha sido la reacción de medio mundo, en contra del pueblo judío.
Pues yo soy judío, a mucho, muchísimo honor, y sino les gusta, vengan por mí, que no les temo.