Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Luz María Zapata, la antigua directora de Asocapitales —a quien Fico y Eder sacaron bellacamente de su cargo— ha presentado su nombre a la Registraduría para conseguir las 700 mil firmas que se requieren y así convertirse en candidata a la Presidencia de la República.
La Zapata, pereirana, hija de una líder política, estudió en los Andes, habla inglés de Oxford y ha sido distinta desde muy joven. El país la conoció cuando trabajaba en Panorama, el mitológico programa de TV de Julio Sánchez. Y quienes la hemos tratado desde entonces, y la vimos actuar quince años como directora de la Asociación de Licoreras Departamentales y después mangoneando cuatro años en Asocapitales, reforzamos esa idea de una mujer diferente: mandona, clara en sus afirmaciones y quizás demasiado dura en el trato como para que aspirara a ser candidata presidencial juntando solamente votos.
Pero como por más de veinte años estuvo casada con Germán Vargas Lleras, y fue su mano derecha, no solo aprendió de política y políticos, sino a manejar con habilidad la relación personal con un hombre tan temperamental como Vargas.
Lanzarse a esa aventura —además de plata, que ella es capaz de conseguirse, y de astucia, que le sobra— exige el manejo impecable y muy bien planificado de su imagen, para que el país, en este año que falta, la conozca y la oiga proponer salidas a la corrupción, la violencia y las vergajadas que se apoderaron de Colombia.
Veo probable que entre fuerte en la disputa si se atreve a montarse en el caballito de recuperarle la tranquilidad al país, porque a los colombianos les sobrarían ganas de seguirla en esta orfandad de líderes. No puede, por tanto, despreciarse ni su nombre ni su capacidad, ni mucho menos minimizarla porque es pereirana o fue la mujer de Vargas Lleras.
Habrá entonces que verla, cómo organiza su ímpetu y, ojalá, en vez de armar polvaredas, terminara uniendo al país y encarnando el patriotismo que se nos ha traspapelado.