LA LENTA AGONÍA DE LA RADIO – Crónicas de Gardeazábal

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Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

Colombia se desarrolló en el siglo XX gracias a la radio. La llegada del transistor, al promediar 1950, inició el desmoronamiento de la Colombia rural y dio paso a la nación urbana que hoy tenemos. Ha sido a través de la radio como hemos tomado conciencia del país que verdaderamente somos.

Pero, como el acelere es universal, la radio está pasando de moda y se nos está yendo de las manos sin darnos lástima verla agonizar y sin que le prestemos una mano agradecida. La desaparición de los radios receptores, el auge de las pantallitas y la invasión de los videos la fueron llevando a la postración. Desesperados, hibridaron lo que eran solo ondas radiales por micrófono con videos y cámaras muchas veces improvisadas. La impreparación en unos casos y la avaricia empresarial en otros han dado como resultado un empuje más hacia el adiós que un salvavidas en la hecatombe.

Lo sucedido con RCN —donde se dieron la pela de cerrar emisoras y unificar los diversos focos de producción— ha terminado siendo, en pocos meses, una gran equivocación que está midiendo por estos días la falta de sintonía. Ahora los españoles de Prisa, que responden por Caracol Radio, han decretado una medida similar. Se muere la W, pero salvan a Julio Sánchez en un intento desesperado de aparentar unidad y fortaleza, aunque nadie les cree.

En una y otra cantera, las cadenas radiales abandonaron las AM y se declararon perdedoras con las musicales frente al Spotify y el internet. Se sostienen en la agonía con las FM hibridadas en la web y se esperanzan en los enlaces de las redes, pero no se les ocurren fórmulas ingeniosas que les impidan la lenta agonía. Se les olvidó que los radios ya no los venden ni en los San Andresitos, y en vez de buscar suscriptores y seguidores, y hacer sonar la campanita en las redes para enganchar la salvación mientras pasa la inundación, sacrifican a los hacedores de una historia hecha por micrófonos y emisoras que enorgullecían.

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