Por: Federico Senior
No es una disyuntiva, al parecer sería sencillo tomar la decisión, de seguro que la inmensa mayoría respondería al preguntarles ¿Cómo querría usted que fuera Colombia, Singapur o Cuba?, sin duda ganaría Singapur (eso sí, siempre y cuando los cuestionados sepan que es Singapur)
Menciono estos dos países, porque ambos fueron sometidos a gobiernos dictatoriales, de mano muy dura, durante largos períodos, los Castro en la Isla caribeña, y Mister Lee en la del Sudeste Asiático. Los resultados en los dos países, después de sesenta años, son opuestos de diametral manera, Cuba es el país más pobre de América, solo Haití está peor, Singapur en contrario, es el país más rico del mundo si medimos el Producto Interno Bruto.
Las diferencias no terminan ahí, Singapur era a finales de los años cincuenta del siglo pasado, un pequeño grupo de islas, sumidos casi en la miseria, sus habitantes, dedicados a la pesca, a duras penas sobrevivían, entre tanto Cuba, aunque con un porcentaje alto de pobreza, que en esa época rozaba el treinta por ciento, era el país más rico de Latino América, superado tal vez por Argentina, como resulta obvio, había una gran brecha, pero el país andaba en la senda del progreso sin lugar a dudas.
En tiempos paralelos, a Cuba le cae el triunfo de la Revolución comunista, con la llegada del “Che Guevara” a La Habana y de Fidel a Santiago de Cuba. Instaurados en el poder inician el proceso de expropiación más radical, la estatización de todo, servicios, empresas, industrias, situación que provocó la gran migración de principios de la década del sesenta. En muy pocos años, el país se pauperizo por completo, extinguida totalmente la propiedad privada, los medios de producción en manos del inoperante estado, así, casi sin economía productiva, la pobreza alcanzó a más del noventa por ciento de la población, la cual desde esa época se ha visto abocada a vivir en el medio de todo tipo de privaciones, racionamientos, injusticias, persecuciones, atropellos, usando el régimen, al embargo económico impuesto por los Estados Unidos, como única justificación a su malograda economía.
Por la misma época, la población de Singapur, vivía bajo un duro régimen, de eso no hay duda, eso sí, con un objetivo diametralmente opuesto al cubano, la meta era enriquecer el país, a su pueblo, determinado Mister Lee a lograrlo, implementó el más agresivo y moderno modelo educativo, enfocado en la preparación de sus connacionales para el emprendimiento, la generación de riqueza, al tiempo, las normas que instauro el hombre duro, fueron y desde esos tiempos han sido, exigentes, pero eficaces, desde la absoluta prohibición de masticar chicles, pasando por la extirpación de la corrupción, hasta vedar de manera radical cualquier manifestación de protesta, pareciera grotesco, tal vez, pero si vemos los resultados que muestra el país hoy en día, sin duda que la mayoría de nosotros aceptaríamos, cambiar la anarquía, inseguridad, corrupción y violencia que sufrimos hoy, por una vida en paz, prosperidad y libertad económica.
A hoy, dos años y medio después del inicio del gobierno de izquierda en Colombia, éste, solo ha mostrado, por un lado su absoluta incapacidad de gobernar, creando a diario, cortinas de humo de todo tipo, y un sofocante marasmo en la actividad económica, todo patrocinado por el proceder derivado del parecer del jefe de gobierno, el cual es más parecido a una inexpugnable maraña, creada sin duda así, a propósito, con el único objetivo de “cubanizar” al país, a su economía, y lo más triste aun, a su tan “amado” pueblo.
Los acólitos del jefe nunca aceptaran el desmadre de su gestión, siempre enarbolaran las banderas del nacionalismo, de la lucha de clases, de los colores de la piel, de las Toyotas blancas, siempre estarán desgañitándose “Fuera Yanquees”, o “El pueblo unido jamás será vencido” y toda esa verborragia, que no es más, sino sofística basura.
Es entonces que estamos en la fecha, un poco retardados en encontrar al que nos llevará por el camino que ha recorrido Singapur, por el del desarrollo, el progreso, la creación de riqueza, el del apoyo al empresario, desde el más pequeño al más grande industrial, al del adelgazamiento del estado, al de la eliminación de la inútil burocracia, y ante todo, a la extirpación definitiva de la corrupción, la insurgencia y el narcotráfico.
Seguros estamos, de que la inmensa mayoría queremos ser Singapur, y que solo la torpe cuadrilla de los izquierdistas, verán con buenos ojos, el vernos descender hacia el “revolucionario paraíso” cubano.