Francia Márquez tras romper la “partida de cobija” con Petro: ¿vicepresidencia de adorno?

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El reciente y contundente discurso de la vicepresidenta Francia Márquez, en el evento por el Día Internacional de las Mujeres Afrodescendientes en Cali, puso en evidencia una ruptura abierta con el gobierno de Gustavo Petro, a quien ya no considera un aliado político sino un obstáculo institucional. Durante su intervención, expresó que pasó de ser “la heroína” del establecimiento a ser catalogada como “traidora” por cuestionar las dinámicas de poder dentro de lo que ella definió como un Estado que aún mantiene marcas de racismo.

Márquez denunció que su participación al frente del Ministerio de la Igualdad fue saboteada desde adentro: recursos mínimos, bloqueos constantes y ausencia de apoyo político. A pesar de ser útil en términos electorales, fue excluida de decisiones reales: “Se nos quiere en la foto, pero no en la toma de decisiones”, criticó, afirmando además que fue ilegalmente acusada de corrupción por el simple hecho de ser mujer negra. Esta afirmación remarca una profunda deslegitimación no solo personal, sino estructural.

Los desencuentros entre Márquez y Petro ya se habían hecho públicos anteriormente: su salida del Ministerio en febrero marcó un punto de inflexión, luego de críticas abiertas contra escándalos de corrupción y nombramientos dentro del gabinete. Tras ese episodio, Márquez fue reemplazada por un aliado de Petro, lo que evidenció su aislamiento político dentro del Ejecutivo. Ello fue interpretado como una estrategia para silenciar disidencias internas.

Analistas como Iván Otero Suárez, profesor en la Universidad Externado, subrayan que la vicepresidencia en Colombia siempre ha sido un cargo con escasa relevancia institucional. Hoy, su rol se limita prácticamente a sustituir al Presidente en ausencia legal o temporal, sin funciones ejecutivas propias ni influencia real en el gabinete. La falta de apoyo y estructura ayuda a explicar por qué Márquez asumió una postura más crítica y distante.

Frente a este panorama, su liderazgo parece transitar de ser una figura simbólica a una voz crítica con alcance nacional e internacional. Pese a las tensiones internas, sigue manteniendo una base de seguidores que ven en ella un referente de dignidad y justicia social. El respaldo de sectores de izquierda alternativos, como el bloque Unitarios, y de líderes como Daniel Quintero y Carlos Caicedo, sugiere una posible configuración independiente de cara a las elecciones de 2026.

En definitiva, la figura de Francia Márquez se encuentra en un cruce decisivo: de una vicepresidencia de papel —sin poder real ni respaldo institucional— a una representación política autónoma que cuestiona el propio eje del Gobierno al que una vez perteneció. El ambiente preelectoral y el debate sobre su papel real llevarán a Colombia a redefinir su noción de representación democrática, simbólica y política.

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