El AC Chelsea alcanzó su segundo título en el Mundial de Clubes FIFA, tras vencer 3‑0 al PSG en Nueva Jersey, pero la ceremonia de premiación no fue la única protagonista de la noche. El expresidente de EE.UU., Donald Trump, oficializó la entrega del trofeo y, en lugar de retirarse como es habitual, se mantuvo en el escenario durante la celebración, generando sorpresa y desconcierto entre los jugadores.
Trump fue recibido con abucheos al aparecer en el estadio y también durante la ceremonia . Incluso cuando el capitán Reece James elevó el trofeo, el expresidente se mantuvo en el centro del podio, frente a jugadores clave como Cole Palmer, lo que desató reacciones inmediatas. “Estoy un poco confundido”, reconoció Palmer al ser desplazado visualmente por Trump durante la foto oficial.
La escena provocó críticas en redes y medios. El técnico Enzo Maresca y varios futbolistas intentaron reubicar a Trump, pero este permaneció en el foco, robando con ello parte del protagonismo que correspondía al Chelsea. El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, incluso se apartó de cuadro para ceder la visibilidad al expresidente estadounidense.
Las reacciones en medios fueron variadas. Mientras algunos destacan la falta de etiqueta protocolaria, otros subrayan cómo esa presencia política transformó un instante deportivo en espectáculo mediático. El incidente se produjo ante una audiencia de más de 81,000 personas y con la atención global puesta en la final .
A pesar del incidente, el protagonismo deportivo fue para Cole Palmer, autor de dos goles y asistente en el triunfo, además de coronarse jugador del torneo. La victoria del Chelsea, la contundente ejecución táctica y el desempeño sobresaliente de jugadores y cuerpo técnico no se vieron empañados, aunque la ceremonia aportó un inesperado condimento político a la celebración.
Este episodio en la premiación del Mundial de Clubes 2025 se suma a los ya frecuentes cruces entre deporte y política. Más allá del resultado histórico del Chelsea, la participación prolongada de Trump en el podio generó un debate sobre el papel de figuras políticas en eventos deportivos de alto perfil.