Energía nuclear: una necesidad para Colombia

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Por: Juan Espinal

Con una votación unánime, la Cámara de Representantes aprobó en segundo debate el Proyecto de Ley que busca crear la Agencia Nacional de Seguridad Nuclear. Este es un paso trascendental para el país: se abre un debate largamente postergado, quizás por temor o falta de audacia. Sin embargo, Colombia cuenta con el talento técnico y científico necesario para avanzar en este camino. No podemos quedarnos atrás. En América Latina, países como Argentina, México, Perú, Bolivia y Venezuela ya están apostando por el desarrollo nuclear. Aunque Colombia no parte desde cero, necesitamos un marco normativo claro, moderno y visionario.

Esta iniciativa no responde a colores políticos ni a sesgos ideológicos. Es una propuesta respaldada por diversos sectores, que busca consolidar y expandir el uso pacífico de la tecnología nuclear en áreas clave como la salud, el medio ambiente y la industria. Actualmente, el sector nuclear en Colombia genera cerca de 45.000 empleos y representa el 0,25 % del PIB, lo que equivale a unos 3,6 billones de pesos anuales. Con esta ley, la economía nacional se beneficiará significativamente en los próximos cinco años, gracias al fortalecimiento de capacidades en medicina nuclear, investigación ambiental e innovación industrial, aumentando así nuestra competitividad en la región.

Lamentablemente, la energía nuclear ha sido estigmatizada, como también lo ha sido el fracking, por debates ideológicos desinformados. Hoy estamos dando un debate técnico, responsable y necesario. El uso seguro y pacífico de la energía nuclear, regulado bajo estándares internacionales, es clave para sentar las bases de una Colombia con soberanía científica, capacidad tecnológica y visión de futuro.

La creación de la Agencia Nacional de Seguridad Nuclear (ANSN) es el primer paso regulatorio esencial. Esta entidad garantizará un control eficaz y seguro, promoverá la cooperación internacional y posicionará a Colombia como líder regional en el uso responsable de esta tecnología. Los beneficios son tangibles, en salud, más de 30.000 pacientes con cáncer se beneficiarían con mayor acceso a tratamientos y la producción nacional de radiofármacos reduciría costos y tiempos de espera. En el ámbito ambiental, la tecnología nuclear permitiría monitorear fuentes de agua dulce, detectar contaminantes y garantizar su uso sostenible, mediante técnicas como la hidrología isotópica.

La industria también saldrá fortalecida. Aplicaciones nucleares como la esterilización de productos, el control de calidad en manufactura y el desarrollo de nuevos materiales elevarán la productividad de sectores como alimentos, textiles y químicos. En agricultura, las tecnologías nucleares permiten mejorar la conservación de alimentos, desarrollar nuevos cultivos, aumentar la exportación y fortalecer la seguridad alimentaria mediante técnicas avanzadas para el control de plagas, así como la protección del suelo y el agua.

Y mientras tanto, el país enfrenta la amenaza de un apagón y un evidente retroceso en la llamada transición energética. Esta ley sienta bases sólidas para prepararnos frente a un eventual desarrollo de la núcleo-electricidad. Aunque el Plan Energético Nacional (PEN) proyecta explorar esta alternativa a partir del año 2035, este marco legal define desde ya la estructura institucional necesaria para garantizar que, cuando llegue el momento, Colombia esté lista para incluir la energía nuclear en su matriz energética, con una autoridad reguladora independiente y un marco normativo robusto.

No olvidemos que la energía nuclear es la fuente más limpia a nivel mundial. Actualmente, genera el 10 % de la electricidad global. Países como Canadá llevan más de 50 años utilizándola de manera segura, y Francia produce con ella más del 70 % de su energía.

Colombia debe decirle sí a la energía nuclear. No es una tecnología nueva ni experimental; es una solución probada, segura y necesaria para el futuro energético, científico y económico de nuestro país.

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