Por: Federico Senior
No hay otra explicación, de este es el del mal que sufren los adictos al señor presidente Petro, el de Estocolmo, aman a su victimario, así como lo manifestó su ex primer alfil, Gustavo Bolívar, con una muy romántica pero malhadada frase, que resultó tener el más contundente efecto “boomerang”, pues a los pocos días su bien amado lo descalificó de la mas desalmada de las maneras al expulsarlo en público de su fulgurante gobierno, sin importarle un pepino los más dulces sentimientos expresados por su víctima pocos días antes.
Imitan a Bolívar, o sufren del mismo mal, o son inválidos mentales, en fin, cualquier razón patológica no encaja en el dictamen, es incomprensible, ese enrevesado sentimiento de simpatía y de credibilidad que por el mandatario tienen sus borregos, no les ha cumplido con nada y para no repetir lo que sabemos, todo anda manga por hombro, siendo las más afectadas las clases “populares” a las que tanto alude Petro, como sus incondicionales, como su base para sobre ella poder construir el adefesio que por inconstitucional que sea, le permita perpetuarse en el poder, lo extraño, es que no se quejan, lo muy extraño es que lo siguen apoyando, lo extrañísimo es que lo siguen amando, por tanto a mí solo se me ocurre pensar, que lo que tenemos es un caso colectivo de Síndrome de Estocolmo, y que como homenaje a nuestro líder, deberíamos llamar el “Síndrome de Petrocolmo”, de paso, y rimando, es que en verdad, es el “colmo”.
De esto hemos visto mucho en la historia humana, ya lo trataba de magistral manera Ortega y Gasset en su fasciculado libro “La rebelión de las masas” que define al hombre-masa sin pensamiento propio, obnubilado por el colectivo, al que obedece sin cuestionar nada, solo grita, arenga, aplaude, cuando la jauría lo hace, sabemos entonces que en contra de esta grey nada se puede hacer, el amor profundo no se extinguirá por grave que sea la afrenta del secuestrador, es más, posible es que a peor y doloroso que sea el castigo, más grande será la admiración.
Por eso, es que debemos, es que tenemos, que hacerle ver a los líderes de la oposición, que el enfoque correcto para vencer al torturador no es intentar convencer a los áulicos del mandatario, de su craso error, a ellos hay que obviarlos, ya que, por fortuna, al parecer el síndrome es poco contagioso, por ende, la población infectada, no va a disminuir, pero tampoco va a aumentar, así que a ellos mejor ni mencionarlos.
La tarea, está entonces, en promover las propuestas de la campaña que ya arrancó, esas que promueven la libertad, el orden, el rigor en el manejo de los recursos del estado, en la reducción del mismo a los niveles necesarios, en la defensa de los derechos ciudadanos, el castigo a los malhechores, la absoluta contundencia al aplicar la ley, la no complacencia, con los que la infringen, hacerlo con determinación, mostrando cohesión, y fuerza categórica.
Solo así, podremos salvar la Patria, el peligro es enorme, si no actuamos, el cataclismo nos sepultará, y la culpa será nuestra, solo nuestra, por no actuar a tiempo.