Álvaro Villegas Moreno: el político, el empresario y el hombre

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Por: Juan José Gómez

Escribo esta columna con ocasión de haber cumplido el ingeniero Álvaro Villegas Moreno noventa años de luchas, sacrificios y grandes realizaciones en beneficio de Colombia y de sus muy queridas Antioquia y Medellín, a las que ha servido como gobernador y alcalde y en muchas otras actividades que lo hacen acreedor a la admiración y a la gratitud de sus paisanos y de sus copartidarios conservadores. Lo hago en cumplimiento de aquel acertado consejo que un hombre sabio le dio una vez a un periodista que le preguntó cuando se debía honrar a alguien que había hecho grandes cosas en beneficio de una comunidad. El consejo fue: “en vida, hermano; en vida porque después de que se haya ido lo único que le sirve son las misas y oraciones que se digan por su alma”

En mí ya larga existencia he tenido ocasión de esta cerca al ingeniero Álvaro Villegas en varias ocasiones, pero con mayor proximidad durante cuatro de ellas. Por eso solo escribo lo relacionado con esas aproximaciones, advirtiendo a mis lectores que la información completa y detallada sobre la vida y sobre todo sobre la obra de este antioqueño epónimo se encuentra en el libro “Secretos de un Líder” en el cual el eminente periodista Germán Jiménez Morales extrajo con genuina maestría hasta la última gota de información relacionada con este ejemplar y valiente ingeniero, combatiente, político y gobernante.

Era yo un joven luchador que apenas acababa de obtener mi cédula de ciudadanía que en ese tiempo solo se expedía a quienes hubieran cumplido 21 años, cuando tras duras luchas había alcanzado la posición de presidente del Directorio Municipal Conservador de Girardota, que a su vez ocasionó que fuera nombrado miembro de la Comisión de Evaluación de Oficios por la Asamblea Departamental, siendo Octavio Arizmendi gobernador de Antioquia y Álvaro Villegas secretario de hacienda.

Tuve la fortuna de atender una solicitud presentada por él a la comisión de la que yo hacía parte, consistente en la reclasificación del personal de su secretaría. Me convertí en promotor de esa reclasificación porque no solo era conveniente sino justa y benéfica, ya que incidía en el aumento de las asignaciones salariales de todos los funcionarios. En esa labor participaron decididamente mis compañeros en la comisión, el otro representante del conservatismo y uno de los dos del liberalismo. (Eran los tiempos del Frente Nacional y de la paridad), El favorable resultado causó gran satisfacción al secretario de hacienda y mereció la gratitud de los funcionarios de esa importante dependencia.

Meses después, teniendo en cuenta que por insuficiencia de recursos económicos necesité suspender mis estudios, le pedí ayuda al doctor Villegas y él generosamente me la concedió, primero nombrándome funcionario del Juzgado de Ejecuciones Fiscales del Departamento y después como jefe de bienes muebles de la División de Bienes Departamentales, ambas dependencias de la secretaría a su cargo.

En esos empleos, que por decisión del doctor Álvaro me acercaron al propio gobernador Arizmendi y al secretario de hacienda, tuve oportunidad de conocer mucho la personalidad de mi superior. Era un verdadero ejecutivo y un profesional creativo, un trabajador formidable dotado de un talento sobresaliente. Grande era su orgullo de ser antioqueño y conservador y había en él un sentido de la rectitud y de la equidad que caracterizaba todas sus decisiones administrativas. Le dolían las necesidades ajenas y hacía cuanto estaba en su poder por remediarlas. Era severo con sus subordinados, pero siempre justo, y cuando las circunstancias lo obligaban a amonestar a un funcionario o a sancionarlo por una falta grave que hubiera cometido, se las arreglaba para hacerlo de una manera que no humillara u ofendiera al culpable.

En los meses siguientes aprendí mucho trabajando bajo la dirección del doctor Villegas. Entre las actividades que él me confiaba, estaba la de viajar con frecuencia a Bogotá, especialmente para mantenernos al tanto de como avanzaban los trámites correspondientes a los aportes nacionales que le correspondían a Antioquia tomados del presupuesto nacional. Lamentablemente para mí, este interesante trabajo no duró tanto como yo hubiera deseado ya que el gobernador le pidió al doctor Álvaro que pasara a la gerencia del IDEA, lo cual aceptó y pocos días después terminó este primer contacto con él.

Hacia septiembre de 1971 el doctor Villegas fue nombrado alcalde de Medellín, sucediendo en el cargo al médico Ignacio Vélez Escobar. Una vez más tuve oportunidad de tener un segundo contacto con él, digamos que indirectamente, pero siempre bajo su sombra. Las cosas ocurrieron así: desde 1969 Medellín había adquirido un importante compromiso internacional de celebrar en 1972 la Séptima Conferencia y Exposición Mundial de Orquideología, organizada por la Sociedad Colombiana de Orquideología presidida por doña Helena Baraya de Ospina, esposa del senador antioqueño Mariano Ospina Hernández.

De esta dama fui nombrado por la junta directiva de la institución inmediato colaborador en la dirección de la organización al evento, cargo que desempeñó simultáneamente con el de directora de Turismo y Fomento, para el cual la nombró el alcalde Villegas, con el fin de que pudiera utilizar todos los recursos del municipio de Medellín a efectos de que la conferencia y exposición fueran un gran éxito de promoción turística de la capital paisa, Antioquia y Colombia. Desde las oficinas de turismo del antiguo Palacio Municipal de Carabobo, actual museo de Antioquia, durante unos meses muy productivos creamos un competente equipo interdisciplinario y gracias a la dedicación y talento de sus integrantes, bajo la dirección de doña Helena y el patrocinio y orientación del alcalde Villegas pudimos obtener el que sin duda fue el primer triunfo internacional de Medellín en materia de organización de ferias y congresos, que abrió paso al posicionamiento de la capital antioqueña como destino turístico de clase mundial.

Originalmente se había pensado que el entonces edificio a medio construir que era el Palacio de Exposiciones, hoy Plaza Mayor, sería el lugar indicado para ser la sede de ese evento. Pero consultados los expertos fueron unánimes en decir que con los retrasos ya ocurridos y con las dificultades financieras por las que atravesaba la obra no estaría lista para la fecha. A uno de los organizadores, Mauricio Arango Santamaría, se le ocurrió que la solución sería adecuar el antiguo bosque de la Independencia y así se lo dijeron al alcalde Villegas, quien de inmediato contactó a la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín, que aceptó participar junto con el Municipio, la Sociedad Colombiana de Orquideología y el Club de Jardinería de Medellín y fue así como se constituyó la Fundación Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe, donde efectivamente se realizó el gran certamen de orquideología en abril de 1972, con una asistencia de más de dos mil participantes de todos los continentes, (62 delegaciones, 16 paises) lo que puso a Medellín en el mapa turístico del mundo.

De ahí que el nombre de Álvaro Villegas Moreno esté íntimamente ligado con el de la señora Helena de Ospina y en alguna medida al de Oscar Uribe Londoño, el alcalde que sucedió a Villegas, a la extraordinaria obra de haber iniciado y fortalecido· el proceso de hacer de Medellín una ciudad turística de proyección internacional, a lo cual también contribuyó la presencia de cientos de jóvenes de ambos sexos procedentes de muchas regiones colombianas y de paises extranjeros que se congregaron durante tres días en el famoso y por algunos cuestionado festival de Ancón celebrado en el sur del valle de Aburrá en jurisdicción del municipio de La Estrella pero en terrenos del municipio de Medellín prestados por el alcalde Villegas a la muchachada antioqueña que organizó el festival bajo la dirección de Gonzalo Caro Maya “Carolo” con la colaboración inicial de Ricardo “Cancho!” Echeverri. En síntesis, bien puede afirmarse que Álvaro Villegas Moreno fue el alcalde que le abrió las puertas al turismo de Medellín y de Antioquia.

Después de haberse retirado de la alcaldía. él pasó a dirigir una empresa de ingeniería propia, Concretodo, de donde salió poco tiempo después para hacerse cargo de la dirección general del hospital san Vicente de Paúl que por entonces se hallaba a punto de cerrar por graves dificultades económicas, en gran parte ocasionadas por un mal manejo administrativo. En el desempeño de ese cargo, el doctor Villegas “se lució” como suele decirse en Antioquia ya que no solo salvó al hospital, sino que a través de una Fundación que constituyó saneó sus finanzas y de alguna manera dejó asegurado su porvenir. Al concluir su importante labor, se dio cuenta de que tras su paso por la alcaldía le había cogido gusto a la política y al servicio público y a hacer política conservadora se dedicó, no solo porque lo llevaba en la sangre sino porque a juicio de muchos de sus amigos y copartidarios la situación de su partido, por entonces dominado por J. Emilio Valderrama, no le parecía acertada.

Como resultado de su vinculación al Directorio Conservador, por entonces presidido por el médico Vélez Escobar, el doctor Villegas no solo organizó una victoriosa campaña electoral en Medellín y en el departamento, sino que paso a paso, pulso a pulso se ganó la jefatura del sector mayoritario del partido, lo que le valió ser nombrado para su primera gobernación de Antioquia por el presidente Turbay Ayala; lo mismo que posteriormente senador de la República, presidente del senado y del Congreso Nacional y presidente del Directorio Nacional Conservador.

Pasaron los años y el doctor Villegas demostrando su gran capacidad de liderazgo contribuyó decisivamente al triunfo del candidato Belisario Betancur como presidente de la República, el cual lo nombró una vez más gobernador de Antioquia. Este, a su vez escogió como alcalde de Medellín (en esa época todavía no se elegían gobernadores y alcaldes popularmente) al abogado Álvaro Uribe Vélez, una joven promesa de la política antioqueña y futuro presidente de Colombia en dos periodos. Por chismes que le llevó al presidente Betancur un dirigente gremial antioqueño (irónicamente después gran amigo y estrecho colaborador de Uribe), el presidente quiso presionar al gobernador Villegas para que sacara al alcalde de su cargo, a lo cual se negó y en un gesto de dignidad y decoro que lo han honrado siempre, presentó su renuncia que le fue aceptada.

A lo anterior se suma el hecho de que desde su propio partido conservador le disparaban frecuente fuego amigo, por inconformidad con la provisión de los empleos departamentales, el progresismo de J. Emilio Valderrama, el alvarismo de Guillermo Vélez Urreta y el Ospino-Pastranismo de Ignacio Vélez Escobar del que fue amigo y al que mucho respetó a pesar de que este médico, por ser demasiado “oligarca” como el mismo se definía no gustaba meterse en el barro de la acción política con fines electorales.

De alguna manera esto contribuyó a fortalecer el prestigio del ingeniero Villegas que comenzó una labor formidable en la ciudad y en los municipios antioqueños predicando el desarrollo integral y la descentralización administrativa, pilares del Villeguismo, que en poco tiempo lo convirtió en el jefe de la mayoría conservadora en Antioquia y naturalmente resultó elegido senador y posteriormente presidente del senado y por consiguiente presidente del Congreso de la República. Cabe aquí mencionar que cuando los lamentables sucesos de la toma del palacio de Justicia por el M-19 financiado por Pablo Escobar, el doctor Villegas como jefe de la rama legislativa del poder público, uno de los tres de que se compone la autoridad nacional, por angustiosa y reiterada solicitud telefónica del presidente de la Corte Suprema de Justicia que veía con justificado temor, pero con incomparable heroísmo que la muerte se acercaba, intentó mediar ante el presidente Betancur para que la toma por parte de la fuerza pública cesara y se procediera a dialogar, a lo cual Betancur se mostró sordo y dejó que el fuego de los fusiles y el fuego del incendio que todo lo devoraban avanzaran en sus horrorosos resultados. De este episodio solo Dios justo, omnipotente y eterno fue el único Juez.

Vino entonces mi tercer acercamiento ya que cuando el partido conservador antioqueño, que por cierto era federado desde años atrás se fraccionó en cuatro sectores, todos conservadores, pero cada uno independiente y dirigido por un jefe que era miembro bon los otros tres jefes del directorio departamental, con lo cual se consiguió un gran éxito electoral pues los cuatro jefes fueron elegidos senadores, yo fui designado miembro del Consejo Ideológico y Programático del Partido Conservador durante varios periodos y fui su vicepresidente y finalmente su último presidente antes de que se viniera abajo todo el tinglado y la antigua y tradicional casa conservadora de Cúcuta x Juanambú se convirtiera en un lupanar.

Recuerdo muy bien que por entonces solía tener agradables conversaciones con el doctor Villegas sobre temas doctrinarios e históricos relacionados con el partido Conservador y aunque yo no era Villeguista en términos electorales, no por eso dejé de ser siempre un admirador de ese gran luchador y hombre de acción que era Álvaro Villegas Moreno. Precisamente recuerdo que en una ocasión siendo presidente del directorio nacional del partido Conservador vino de Bogotá con un maletín en el que traía varias Medallas al Mérito Conservador para condecorar a distinguidos copartidarios antioqueños de la tercera edad. Como quiera que el secretario general del partido tardaba en llegar de la capital por problemas de transporte, el doctor Villegas me llamo y me nombró secretario ad-hoc y en tal calidad no solo le ayudé a organizar el solemne acto que se cumplió en el hotel Nutibara, sino que firmé con él los pergaminos que acreditaban las distinciones. Por cierto, que uno de los condecorados fue Vélez Escobar quien no asistió por encontrarse enfermo, por lo cual su condecoración fue recibida por su yerno, mi muy apreciado amigo José Jaime Nicholls, exalcalde de Medellín y senador.

Uno de los momentos más dignos de recordarse de mi cercanía con el doctor Villegas fue cuando condecoró al doctor Luis Navarro Ospina, en la propia casa del anciano dirigente, que era uno de los grandes patriarcas conservadores de nuestro país, jefe del partido en Antioquia por muchos años y con el gran Laureano Gómez jefes nacionales mancomunados del partido, por designación de una Convención Nacional Conservadora celebrada en Bogotá. Allí estuve con los demás acompañantes del que ya era el jefe nacional de mi partido, no solo porque el doctor Villegas me invitó sino porque con el doctor Navarro Ospina me unieron vínculos de inmensa gratitud pues una gran parte de mis estudios los pude adelantar gracias a su patrocinio.

El otro momento inolvidable fue cuando falleció el doctor Navarro Ospina y su velación se celebró en la Casa Conservadora de Cúcuta x Juanambú, que precisamente había sido conseguida por él muchos años atrás para albergar a los copartidarios antioqueños que participaran en la promoción, divulgación y lucha por los principios conservadores estipulados por José Eusebio Caro y Mariano Ospina Rodríguez en 1849. Por delegación de la sobrina del fallecido, señora María Isabel “Mabel” Escobar de Ortega, me correspondió asumir un papel principal en la organización de la velación y las exequias. Estando en esa velación, se hizo presente el doctor Villegas, que por esos días estaba alejado de aquella sede pues se la habían tomado los seguidores de J. Emilio Valderrama. Cuando lo vi, sin pedirle permiso a nadie le entregué el micrófono y le pedí que se dirigiera a la numerosa concurrencia. Lo hizo y pronunció unas sentidas y bellas palabras de elogio del ilustre desaparecido y al pie de su cadáver prometió que lucharía incansablemente por la unión conservadora, lo cual hizo en meses posteriores.

La última cercanía tuvo lugar cuando la campaña para escoger al primer gobernador de Antioquia por elección popular. Los dos candidatos conservadores principales eran Álvaro Villegas Moreno y Juan Gómez Martínez. Yo era miembro del equipo que luchaba por Villegas y en esa labor estaba acompañado por la mayoría de los dirigentes antioqueños del partido. En tal calidad me correspondió coordinar y ser presentador de un multitudinario acto de respaldo en la plaza de toros La Macarena. Recuerdo la alegría y el entusiasmo de aquella fiesta inolvidable, cuando el doctor Villegas y doña Beatriz Mesa de Villegas, su esposa, hicieron su entrada al ruedo en una carroza de estilo español tirada por un par de caballos percherones. Pocas veces se había visto en una campaña electoral tanta elegancia, o en términos hispano-taurinos, tanto garbo y lucimiento, al ritmo de alegres pasodobles interpretados por la banda de músicos Marco Fidel Suárez. Cuando todo terminó fui un momento a una de las salas internas de la plaza, donde vivía desde años atrás “Aranguito” y escuché nutridos aplausos. Eran para mí y provenían del candidato, su esposa y algunos miembros de su círculo interno que batían palmas con entusiasmo. El doctor Villegas se puso de pie, me abrazó y me dijo: “Gracias, lo has hecho muy bien. Siempre te estaré agradecido·. Lamentablemente no ganamos en esa ocasión, pero me ha quedado un grato recuerdo de esa campaña.

Después de estos episodios políticos, solo tuve ocasión de saludar ocasionalmente al jefe Villegas, pero desde luego me enteré de sus éxitos como empresario y especialmente como hombre cívico que presidió la junta directiva de la Cámara de Comercio de Medellín, lo mismo que la junta directiva de la Sociedad Antioqueña de Ingenieros y Arquitectos logrando notable avances en cada una de esas actividades, con beneficio para las instituciones bajo su orientación y desde luego de la ciudad, Antioquia y el país, como ocurrió con su importante actuación en la adquisición por parte del Departamento de Antioquia de la mayoría de acciones de la Hidroeléctrica Pescadero-Ituango hecha por el gobernador Luis Alfredo Ramos; de su transformación en Hidroituango con propiedad accionaria compartida con Empresas Públicas de Medellín y de la concesión a EPM para su construcción, operación y comercialización.

También leí con gran complacencia no solo sobre su muy merecida condecoración con la Cruz de Boyacá hecha por el presidente Álvaro Uribe Vélez, también sobre los muchos galardones que ha merecido su notable vida de hombre público y sobre la publicación del libro “Secretos de un Líder”, prologado por el expresidente Uribe, gran amigo de Villegas, y por el exmagistrado de la Corte Suprema de Justicia y exembajador en Chile, doctor Jesús Vallejo Mejía, que he leído con agrado y con un poco de nostalgia pues reavivaron en mi mente recuerdos de otros tiempos en que de alguna manera también participé modestamente en el desarrollo de acontecimientos narrados por el doctor Villegas al escritor Jiménez Morales.

De igual manera he podido conocer de fuentes confiables algunos aspectos personales del exgobernador, tales como la reciedumbre moral que le permitió sobreponerse a la tragedia familiar que lo privó para siempre, en compañía de su esposa y de los hijos sobrevivientes, Mauricio y Pablo, de la existencia de sus hijos Álvaro José y Andrés Villegas Mesa, fallecidos junto con su ilustre hermano Luis Alberto, un gran ejecutivo, banquero y alto funcionario del Estado, en un deplorable accidente aéreo.

Parte fundamental de su admirable fortaleza es su esposa doña Beatriz Mesa de Villegas, quien lo ha acompañado con insuperable cariño y lealtad en todos los momentos gratos y difíciles de su vida y se ha constituido en su mejor amiga y consejera, la misma que cuando le tocó ser primera dama de Medellín y de Antioquia se distinguió por su gran solidaridad social y también por la elegancia que les imprimió a ambas administraciones. De igual manera también es bien sabido lo de las cualidades de hombre cristiano y de familia que adornan al doctor Villegas quien ha sido siempre un abuelo ejemplar, lo mismo que consejero y sostén para todos sus demás familiares.

En la historia de Antioquia se pueden encontrar valiosos ejemplos de hombres y mujeres que han honrado y servido con distinción tanto a la región como al país con resultados tan positivos y alentadores que son dignos de admiración y de imitación. En la ciencia, en el arte, en la literatura, en la industria, en la banca, en el comercio, en el gobierno, en la religión y en la política en su mas noble acepción, podemos enorgullecernos de ser fértil territorio de seres pensantes y actuantes que han cumplido su rol existencial de una manera que no solo los honra personalmente, sino que permite que el prestigio adquirido se extienda a sus familias, a sus conciudadanos y aún hasta a sus mismas generaciones. Álvaro Villegas Moreno es un excelente ejemplo de este excepcional tipo de personalidades y por eso su nombre y su obra serán recordados por muchos años como modelo de antioqueños con verdadera fortaleza de espíritu, con notable talento en el pensar y en el obrar y con entrañable cariño por su patria, por su tierra, por su familia, por su gente y por su partido Conservador.

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