El expresidente Álvaro Uribe Vélez reapareció públicamente el miércoles 20 de agosto de 2025 en Sabaneta, Antioquia, tras la decisión del Tribunal Superior de Bogotá que ordenó su libertad mientras se resuelve en segunda instancia la apelación a su condena por fraude procesal y soborno en actuación penal. La medida le permite mantenerse en libertad mientras avanza el proceso judicial, luego de que en primera instancia fuera sentenciado a 12 años de prisión domiciliaria.
El regreso de Uribe a la vida pública generó gran expectación. Cientos de ciudadanos se congregaron en las calles de Sabaneta para manifestarle apoyo, con banderas, cánticos y expresiones de respaldo. El expresidente agradeció las muestras de afecto y aseguró que dedicará esta nueva etapa a servir al país, en un llamado a la unidad y la serenidad.
Durante su intervención, el exmandatario pidió a sus seguidores moderar los ánimos cuando surgieron consignas políticas contra el actual presidente, Gustavo Petro. Uribe enfatizó que su propósito no es alimentar divisiones, sino trabajar en favor de la reconciliación y la defensa de la democracia.
La jornada concluyó con una eucaristía en la parroquia Santa Ana de Sabaneta, donde el expresidente, junto con la comunidad, participó en un acto de fe y esperanza. El momento fue percibido como un símbolo de unidad en medio de un panorama político y judicial decisivo para el país.
El fallo que le otorgó la libertad responde a una tutela interpuesta por su defensa, que alegó vulneraciones al debido proceso, la presunción de inocencia y la libertad individual. El Tribunal Superior de Bogotá acogió los argumentos, señalando que la detención domiciliaria carecía de fundamentos sólidos para mantenerse.
De acuerdo con los plazos establecidos, la segunda instancia deberá pronunciarse antes del 16 de octubre de 2025. Mientras tanto, Uribe podrá ejercer libremente sus actividades y recuperar un papel activo en la vida política nacional, con miras a incidir en el rumbo del país en los próximos meses.
Este episodio, cargado de simbolismo, refuerza la vigencia del liderazgo de Álvaro Uribe y sitúa a Sabaneta como epicentro de un acontecimiento que combina justicia, fe y participación ciudadana en un momento clave para Colombia.
