EL ALCOHOL Y EL PODER

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Por: Federico Senior

Escribo estas líneas, sin el ánimo de juzgar, sin la más mínima intención de sentar cátedra, solo basando estos conceptos en mi propia experiencia.

Me declaré alcohólico hace veintiocho años, desde ese momento no he bebido una sola gota de alcohol, pertenezco desde esos días a la comunidad de Alcohólicos Anónimos, he asistido a miles de reuniones de AA, en centenares de grupos, en decenas de ciudades, he visto, he oído, he vivido, he compartido, he sufrido, y he aprendido todo cuanto tiene que ver con esta terrible enfermedad.

En AA, sostenemos que reconocerse como Alcohólico, es una decisión personal, inherente de total manera al ámbito de lo más íntimo de cada quien, por ende, los miembros de nuestra comunidad nunca aseveramos o negamos la condición de adicto de ninguna persona, aunque las actitudes, los hechos, y hasta el olor de ellas, pareciesen indicar que alguien tiene problemas con el alcohol, o con las drogas.

Pero, el respeto que nos merezca alguien, a quien a todas vistas lo afecta el consumo, no es óbice para que no actuemos, para que no acudamos a él, todo con el ánimo de ayudar a ese ser que sufre, a detener los mortales efectos de la enfermedad, más aún, si se trata de alguien que tiene grandes responsabilidades, con alguien de quien dependen otras, algunas o muchas personas, es deber de todo AA, dar la mano a quien lo necesite, aún cuando el necesitado no nos la haya solicitado.

La adicción, el nivel de afectación, el grado de dependencia, las causas y las consecuencias sobre cada persona, son tan diferentes como cada una de ellas, así que, generalizar no es correcto, pero, la literatura de AA, recopilación de experiencias de millones de alcohólicos en el mundo entero, establece algunas sugerencias que son dignas de consideración, en el caso que nos atañe, la responsabilidad merece capítulo aparte en los tratados mencionados, es más, habla y sin reticencia alguna, insinúa, que durante el inicio del proceso de recuperación, se debe evitar trabajar, parece radical tal postura, aunque por ejemplo en mi caso, nunca deje de producir en ningún momento de mi evolución, sin consecuencias relevantes, pero, tal recomendación se debe tener muy en cuenta, cuando de personas con altas obligaciones, que comprometan causas de alto nivel con sus dictámenes, pues los efectos sobre los estados de ánimo que produce la abstinencia son altamente afectantes, hasta el punto de desembocar en episodios de histeria y en ocasiones en eventos manifiestos de intentos suicidas. Si, así de grave es el asunto, no es menor ni mucho menos.

Hasta ahora, me he referido solo a la situación que se vive cuando se ha tomado la decisión de suspender el consumo, lo he comentado primero, a propósito, pues la realidad de quien consume de manera consuetudinaria, ésta, la situación es mucho más problemática, muchísimo más peligrosa, es grave.

Ejemplos podemos poner muchos, solo uno, suponga usted que se haya en la sala de espera de un aeropuerto, aguardando el abordaje, cuando ve a los miembros de la tripulación entrar al túnel de acceso, y observa con poco menos que terror, que tanto el capitán como su primer oficial, muestran serios indicios de ebriedad, se ríen a mandíbula batiente, hacen declaraciones de amor a la dependiente del despacho, se tambalean, sin duda usted se aterra, acude al personal de la aerolínea a indagar sobre esta tripulación, sobre el estado en que acaba de notarlos, pero, quien lo atiende lo calma y le dice que estos dos tripulantes son de hecho las personas con la mas alta experiencia en su profesión, que nunca han tenido percance alguno. Son idóneos para ejercer su oficio, si, pero no están aptos para hacerlo, su idoneidad se extingue bajo los efectos narcóticos del alcohol, entonces, idóneos si, aptos, no.

Pregunto, ¿se embarcaría usted en ese avión?, yo no.

El consumo de cualquier sustancia que afecte el raciocinio o la conducta normal aleja a la persona del uso ecuánime de su conciencia, por tanto, las decisiones que tome se verán de inevitable manera afectadas por el estado anormal de su mente, y como suele suceder en la totalidad de los casos, las decisiones tomadas, son erradas y con consecuencias en el menor de los casos negativas y, fatales en los más graves.

En Colombia, la democracia impera, mal que bien, pero impera, el pasado resultado de las elecciones presidenciales, arrojó que la votación mayoritaria fue para el Señor Gustavo Petro, él fue elegido presidente y esa situación solo puede y debe cambiar, el 7 de agosto de 2026, solo ese día, solo en ese momento, antes no, por ningún motivo, pretender lo contrario es de simple manera una estupidez.

Empero, lo que suscita todo tipo de cuestionamientos, ante evidencias múltiples, que se dan casi que a diario, hechos que no requieren de profundos análisis, son todas y casi que cada una de las actuaciones del primer mandatario, los discursos, los mensajes de sus redes sociales, las respuestas en las entrevistas, son una estridente partitura de incoherencias, no hay frase que se concatene con la siguiente, propuestas que no es que rayen en lo ridículo, sino que dan vergüenza por lo estúpidas que son, absurdos, desatinos, ataques, insultos propios de picapleitos de pandilla barrial, peor aún eso sí, cuando las decisiones que se toman, afectan a los demás, solo algunas referencias, la salud, el orden público, que no es sino una orgía de exabruptos, la energía, el gas, el petróleo, las relaciones con los Estados Unidos, el derroche, el desconcertante por lo deplorable, manejo de las finanzas del estado, a nadie ya se le paga, el crecimiento descomunal de la burocracia, la total ausencia de proyectos de infraestructura, en resumen, lo único que abunda, son los escándalos, es ese el único rubro de números positivos del actual ejercicio presidencial.

Señores Petro y Benedetti, si son ustedes adictos, solo ustedes pueden determinarlo, si no lo son, sería bueno que revisaran su estado emocional, si lo son, aquí estamos los miembros de Alcohólicos Anónimos para ayudarlos, es voluntario, es personal, es anónimo, es gratis y es muy efectivo; sino lo creen, pregúntenmelo a mí.

Señores, ser alcohólico no es un delito, serlo no le impide trabajar, consumir, si se los impide, al menos para hacerlo bien, excepciones a la regla, las ha habido, y con casos de notoriedad casi que insuperable, el mas connotado ejemplo, el de Sir Winston Churchill, alcohólico confeso, enorme estadista, condujo a Occidente al triunfo sobre el nazismo, pero, queridos amigos, ustedes no son ni la sombra de Churchill, así que este no es un ejemplo apropiado para justificarlos a ustedes, en el caso de que si se declaren alcohólicos.

P.D: El primordial enunciado de AA es simple “Solo por hoy” … Solo por hoy no consumo.

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