EL EFECTO POLVORA

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Por: Federico Senior

Para estas épocas, todos los años, los medios se dedican a contarnos de las congestiones en terminales de transporte y aeropuertos, podrían repetir las grabaciones de los reportajes hechos hace cuarenta años y nadie se daría cuenta de que no son actuales, pues siempre se trata de lo mismo.

De igual manera, pero con una connotación dramática, es lo que sucede con la pólvora, basta tan solo con que llegue el primero de diciembre, para que empecemos a oír a diario el recuento de los quemados a causa de ella, es algo incomprensible, dedos amputados, ojos vaciados, quemaduras de todo orden, niños con vidas marcadas, son el relato predominante en los diarios reportajes decembrinos.

De nada valen campañas, prohibiciones, decomisos, nada, es demencial presenciar por ejemplo el salvaje espectáculo de la ya famosa “alborada”, instaurada por el criminal mayor, Pablo Escobar en Medellín, inexplicable, el como en una ciudad que se jacta de ser lo mas cercano a la perfección, (al menos eso arguyen los orgullosos paisas), se suceda esta deprimente ceremonia, en la que la intención para nada velada, es el desafío, el reto, la demostración de rebeldía, la más estúpida que podamos imaginar, contra ello, no ha habido poder humano que pueda evitarla, me pregunto ¿Y porque?, sencillo, porque eso somos nosotros.

Claro que no solo es Medellín, por supuesto que no, es todo el país, el común denominador del pensamiento particular es “eso a mí no me pasa”, hasta que les sucede, para entonces, el arrepentimiento ya de nada sirve, el daño está hecho.

Sucede exactamente lo mismo con el pensamiento político de nuestros habitantes, los ejemplos de las graves “quemaduras” que los gobiernos de izquierda de la vecindad han causado a sus naciones, a sus economías, a sus libertades, a sus derechos, a sus vidas, al parecer no los afectan, como si todo eso hubiese sucedido en la Antártida y no aquí al lado, se repite entonces la frase “eso aquí no va a pasar”, hasta que pasa y ahí es cuando el arrepentimiento, repito, de nada sirve.

Los casos más graves sin duda son Cuba y Venezuela, en este último país, nadie creyó que su destino iría por el mismo camino que el de la Isla, eso no estaba en sus presupuestos, bien, ahí tienen, por haberse creído inmunes al virus del socialismo, van ocho millones de exiliados, la industria, la producción petrolera, la moneda, la libertad, todo destruido, y cuan cuesta arriba les ha tocado el intento de enmendar el inmenso error cometido al haber llevado a Miraflores al sátrapa de Chaves, podría sostenerse que lo que pasó fue qué, como la revolución cubana había sucedido en un lejano pasado, que fue propiciada por el comunismo en pleno conflicto con occidente durante la guerra fría, y que claro Venezuela era distinta y que aquí eso nunca les iba a suceder, el resto ya lo dijimos, la hecatombe.

Bien equivocados estaban los venezolanos en 1999, se creyeron el discurso demócrata de Chaves, el que iba a respetar la propiedad privada, la libertad de prensa, de pensamiento, el mismo de Castro en La Habana en 1960, “no somos comunistas”, el mismo de Petro en casa de Besudo, y el mismo de ahora del repulsivo Cepeda en la Am Cham con la Lacouture, todos con la misma historia, piel de oveja, colmillos de lobo; ni Castro ni Chaves cumplieron, Petro tampoco y por supuesto que Cepeda tampoco lo hará, antes al contrario, nos empujara por el precipicio del igualitarismo, el estado de voraz apetito, la destrucción de la economía, apoderándose de los medios de producción, la salud convertida en la mejor aliada de los cementerios y que el hambre y la miseria cundan, pues ellos son la garantía de permanencia de las dictaduras comunistas.

Bolivia, Ecuador, Argentina, y peor aún Nicaragua, siguen mostrándonos con toda claridad y contundencia que la izquierda sabrá de todo, menos de gobernar, menos aun de generar bienestar y progreso, al parecer nada de eso permea a esa inmensa masa de población en Colombia que con todo el descaro (o ignorancia) sigue apoyando al Pacto Histórico y a su nefasto proyecto político, estos, no han hecho cosa distinta a mostrar como es que se destruye un país, salud, economía, Ecopetrol, inseguridad, pérdida de presencia del Estado, con más de la mitad de los municipios del país dominados por la guerrilla, esa que Santos juraba se había acabado, no han hecho cosa distinta que mostrar su ineptitud, su ambición, su “codicia” al robarse descaradamente los recursos del erario, no han hecho cosa distinta a “pelar” el cobre, evidenciado su absoluta carencia de ética, de cultura, de conocimiento, hasta de higiene, no han hecho cosa distinta a instigar a sus bases incrementándoles el odio a todo aquello que les parezca trabajo, esfuerzo, emprendimiento, capitalismo, no han hecho cosa distinta que perseguir empresarios, “clavarnos” impuestos confiscatorios, no han hecho cosa distinta que por todos los medios burlar los poderes diferentes a ellos, no han hecho cosa distinta que labrarse el camino y construir las bases para quedarse en el poder, sin importarles cuanto le costara eso a todo el pueblo, incluida por supuesto, la absoluta perdida de la democracia.

Lo único que no podemos reclamarle al actual gobierno, es que no haya sido honesto, no puede haber sido más evidente su clara intención de destruir todo lo que no les gusta, (muy de acuerdo con su retórica de odio, de lucha a muerte, de venganza, reiterada hasta el cansancio en la campaña) implementando como política de gobierno un desgreño absoluto, una total incompetencia y su descarada corrupción, que ha tocado desde lo más bajo de la burocracia, hasta la misma familia presidencial y lo peor de todo, es que Petro y su séquito, no han sufrido desmedro alguno en sus niveles de apoyo y aprobación, muy seguramente es por ese hecho, han sido honestos, prometieron volverlo todo estiércol y lo están cumpliendo y eso es lo que sus electores querían que hiciera.

Es sin duda, el mismo efecto pólvora, yo quemo voladores, porque con ellos molesto a los demás, demuestro mi poder, mientras a mí, nada me pasa, porque a mí la pólvora no me quema, yo apoyo a la izquierda, porque así demuestro mi poder, me defeco en los ricos, los molesto, los enfrento, los robo, los quiebro, me les burlo, me vengo de ellos porque sí, porque a mí entre tanto, nada me va a pasar, hasta que les sucede, y ahí, como a nuestros vecinos venezolanos, y a los quemados, el arrepentimiento de nada les va a servir, las llagas y la ruina, ya están causadas.

Nada más parecido a la pólvora que la izquierda, extremadamente peligrosas ambas, pero con el inexplicable poder de convencer a quien juega con ellas, que todos podrán ser perjudicados por ellos, menos ellos, parten de la absurda premisa de estar inmunizados contra las consecuencias de jugar con ambas, es más, las consideran las mejores armas para molestar, para mostrar fortaleza, jugando con el fuego, que de hecho es más peligroso el del socialismo, que el de la pirotecnia.

Y lo peor, como para no volver a dormir, es el como se esta manejando el tema político en la oposición, les llegó el “outsider” con todo ímpetu, y en vez de rodearlo y apoyarlo, no se cansan de atacarlo, todos esos “candidaticos” de uno por ciento, que se creen los (o las) mesías, poseedores según ellos de la verdad absoluta, solo generan división, desesperanza, mientras allanan el camino a la izquierda, para que ganen las elecciones del 26 y de los siguientes cincuenta años (si es que las vuelven a permitir).

Pólvora e izquierda dos muy inflamables combustibles, con los que nuestra muy desorientada sociedad juega, pensando que son ignífugos (inmunes al fuego), hasta que las llagas en la piel o el vacío en sus despensas, los hagan comprender cuan equivocados estaban.

Confiemos en que podamos vencer a las huestes del Pacto Histórico, todo depende de cuanta cordura quede en los que podamos ser todavía mayoría, que evite la continuidad del actual desastre.

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