La precandidata presidencial Vicky Dávila ha elevado el tono de la confrontación política al lanzar una ofensiva directa contra el senador y aspirante del Pacto Histórico, Iván Cepeda. En respuesta a las recientes críticas del congresista hacia el uribismo en el Legislativo, la periodista divulgó un video en el que somete a Cepeda a un intenso escrutinio público mediante una batería de doce preguntas mordaces. Dávila, asumiendo un rol fiscalizador, aseguró que estos interrogantes recogen las inquietudes de millones de colombianos que exigen claridad sobre el pasado y la integridad del candidato oficialista.
El eje central de la interpelación de Dávila se enfocó en los presuntos vínculos históricos del senador con la guerrilla de las FARC. Sin rodeos, la precandidata cuestionó si Cepeda perteneció en algún momento a dicha organización criminal o si recibió entrenamiento como «comandante urbano». Para reforzar su reclamo, trajo a colación el hecho de que un frente subversivo llevara el nombre de su padre, Manuel Cepeda Vargas, y exigió explicaciones sobre las menciones de su nombre halladas en los computadores del abatido cabecilla Raúl Reyes, insinuando compromisos no resueltos con la justicia.
La confrontación también abordó la ética política del senador respecto al proceso de paz. Dávila le recriminó su férrea defensa de Jesús Santrich tras la firma de los acuerdos de La Habana, recordando que el exguerrillero fue señalado de reincidir en el narcotráfico antes de fugarse de la justicia. Con estos cuestionamientos, la aspirante busca desvirtuar la narrativa de paz del Pacto Histórico y poner en duda la idoneidad de Cepeda para manejar la seguridad del Estado.
En un giro hacia la coyuntura electoral actual, Dávila lanzó graves acusaciones sobre la financiación y el apoyo institucional de la campaña de Cepeda. La periodista preguntó abiertamente si su aspiración se sostiene con dineros públicos y si se está instrumentalizando el aparato del Estado para favorecerlo. Asimismo, señaló al presidente Gustavo Petro de intervenir indebidamente en la contienda para impulsar a quien ella denomina «el heredero», planteando dudas sobre la legitimidad de la competencia democrática.
Para cerrar su intervención, Dávila retó a Cepeda a definir su postura frente a la seguridad nacional, cuestionando la continuidad de la política de «Paz Total», a la que tildó de dañina y favorable para los narcotraficantes. La precandidata exigió respuestas definitivas sobre si el senador, de llegar a la presidencia, mantendría la extradición, fumigaría los cultivos de coca o autorizaría bombardeos, delineando así las profundas diferencias ideológicas que marcan la carrera hacia la Casa de Nariño.















