En medio de la creciente tensión militar entre Venezuela y Estados Unidos, el presidente Nicolás Maduro habría ofrecido un acuerdo estratégico a Washington con el objetivo de detener la escalada bélica en el Caribe. Sin embargo, la propuesta fue rechazada por el gobierno estadounidense, según reveló un informe publicado por The New York Times.
De acuerdo con la investigación, el mandatario venezolano buscó negociar una salida pacífica al conflicto, ofreciendo a Estados Unidos una “participación dominante” en los sectores petrolero y minero del país, así como beneficios exclusivos en proyectos auríferos y energéticos. La propuesta incluía la reducción de contratos con empresas de China, Irán y Rusia, principales aliados económicos del régimen, a cambio de un alivio diplomático y la suspensión de operaciones militares en la zona.
Las conversaciones, que se habrían extendido por varios meses, fueron finalmente descartadas por Washington. Fuentes consultadas señalaron que la administración estadounidense decidió mantener la presión política y militar sobre Caracas, al considerar que el gobierno de Maduro continúa vinculado con el llamado Cartel de los Soles, una estructura acusada de narcotráfico internacional.
La negativa de Estados Unidos se produjo en un contexto de alta tensión, luego de que varias embarcaciones fueran destruidas en las costas venezolanas en presuntas operaciones antidrogas. Paralelamente, el Departamento de Estado mantiene vigente una recompensa de 50 millones de dólares por información que conduzca a la captura de Nicolás Maduro, a quien Washington considera “el principal objetivo” de su estrategia regional contra el narcotráfico.
Tras el rechazo, el gobierno venezolano solicitó una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de la ONU, denunciando un “despliegue militar sin precedentes” por parte de Estados Unidos y alertando sobre el riesgo de una guerra en el Caribe. La cancillería venezolana afirmó que el país “ha optado siempre por la vía del diálogo y la paz”, pero que “la soberanía no está en venta ni se negocia bajo amenaza”.
Mientras tanto, en Washington, fuentes diplomáticas confirmaron que no existen actualmente canales abiertos de comunicación directa con Caracas y que el gobierno estadounidense continuará aplicando sanciones económicas y operativos de seguridad en la región. El Departamento de Defensa justificó sus acciones afirmando que “la presencia militar en el Caribe busca proteger los intereses de seguridad nacional y combatir el tráfico ilícito de drogas”.
Con esta nueva revelación, la crisis entre ambos países entra en un punto crítico de tensión geopolítica, donde las rutas diplomáticas parecen cerrarse ante una realidad dominada por el despliegue militar y los intereses energéticos. Analistas internacionales advierten que la posibilidad de un enfrentamiento directo no puede descartarse, mientras la comunidad internacional pide mesura y respeto al derecho internacional.
El intento fallido de Maduro por alcanzar un acuerdo estratégico con Estados Unidos revela el aislamiento político del régimen y la urgencia de Caracas por evitar una confrontación directa. Sin embargo, el rechazo norteamericano deja claro que las decisiones sobre Venezuela ya trascienden lo económico y se inscriben en una disputa de poder que podría redefinir el mapa político de América Latina.