Por: Federico Senior
Cualquier respuesta, para los que amamos a Colombia, la democracia, la familia, la libertad, la empresa privada, para los que necesitamos el restablecimiento del orden, la revitalización de las Fuerzas Armadas, la derrota de los grupos alzados en armas, la penalización de los delincuentes (de todos, desde el que roba un celular, pasando por los asesinos, hasta los que roban desde los cargos públicos), para los que sabemos que el Estado debe ser muy eficaz y lo más reducido posible, para los que queremos nos devuelvan el sistema de salud, para los que queremos ver crecer la economía, a Ecopetrol retomando su objetivo fundamental, atraer la tan necesaria inversión extranjera, para los queremos recomponer nuestras relaciones con los Estados Unidos y con Israel, la respuesta es clara y contundente, porque Abelardo De la Espriella es la persona ideal, que tiene la preparación, las ganas, la fuerza para lograr estos objetivos.
Pero, mi concepto personal, aparte de lo dicho antes, tiene un argumento más importante y definitivo, Abelardo detesta la mediocridad, solo verlo, sin oírle ni una palabra, se da uno cuenta de que al hombre le gusta lo bueno, lo eficaz, lo digno, lo honesto, es refinado, pero sencillo, y ante todo detesta las medias tintas, no procrastina, no deja nada al azar, no deja rendija alguna, por pequeña que sea, para que por ahí se filtre la corrupción, las componendas, el amiguismo, por tanto, el atraco al erario con él, llegara a su fin, así como la abrumadora mediocridad que ha caracterizado a los funcionarios del actual gobierno, que al parecer, en sus hojas de vida deben, para ser parte del gobierno del cambio, demostrar lo pusilánimes e inútiles que son.
Abelardo es una persona de éxito, y tiene como meta, volcar esos logros a la población en general, solo pretende, darle a la nación, la posibilidad de crecer, de trabajar, de en verdad verdad “vivir sabroso”, pero no por recibir subsidios, pero no por no hacer nada y vivir del Estado, no, los logros que veremos con su ejecutoria serán los que la inmensa mayoría de colombianos sabe como hacer, con trabajo duro y honesto.
Y como sobremesa, es una persona alegre, que disfruta de la vida con sus hijos y su bella esposa, ese es otro aporte que recibiremos al apoyar su llegada a la Casa de Nariño, la alegría, sana alegría, no la de las farras de alcohol y drogas, sino la de poder vivir en paz, construir un futuro de progreso y armonía para nuestros hijos y nietos.
Que viva nuestra Patria, entonces: ¿Por qué Abelardo?, porque es lo recto, lo bueno, que se merece Colombia.