Por: Federico Senior
Rodrigo Paz y Jorge Quiroga, irán a la segunda vuelta el 19 de octubre, a decidir quién será el próximo presidente de Bolivia.
Después de veinte años de régimen socialista, el país hoy, en el medio de una profunda crisis económica, ni que decir de la situación social, inflación, inseguridad, desempleo, rematado todo por el incremento de la burocracia, e infectadas todas las capas sociales por la más agresiva corrupción, por fin, el pueblo hace mover el péndulo, relegando al funesto Evo Morales y a su recua de ovinos, a su más mínima expresión si de caudal electoral hablamos, enfocando las miradas hacia quien promete un viraje hacia la verdadera democracia, el progreso, la economía de libre mercado, y como logro colateral, al abandono de la aborrecible retórica de la anacrónica izquierda, la cual no ha hecho cosa distinta que enriquecer a sus dirigentes, sin importar el estado de miseria en el que vive el pueblo en general.
Cuanto se parece Evo a Gustavo, sobre todo en el tema de los hidrocarburos, Bolivia posee ingentes reservas de gas natural, las cuales permitieron al país gozar de un largo periodo de progreso y bienestar, pero la obstinada posición de la izquierda, con su manido discurso ambientalista, causado en el trasfondo por la convicción de su líder de haber sido ungido como salvador del planeta, detuvo la explotación del recurso, sin importar que con ello arruinara la economía del país con las terribles consecuencias que se viven hoy por hoy.
Igualito a nuestro mandatario, en la más absurda postura, intransigente, carente de toda lógica, acabar con la explotación de petróleo y gas, como si el mundo ya hubiese descubierto su reemplazo, y que por tozudes o por ambición de las “multinacionales explotadoras y esclavistas” siguiéramos extrayendo petróleo, en vez de usar la nueva tecnología, pero no es esa la situación, lejos aún estamos de poder reemplazar los combustibles fósiles, nuestro país, necesitando recursos con urgencia, necesidad que no se cansa de poner de manifiesto en toda oportunidad el presidente, renuncia a las utilidades que le podría producir la industria, todo solo para ir la ONU, a decir que él es el nuevo Mesías, y que el virus de la vida, no se va a extinguir gracias al encomiable triunfo de su lucha.
Mal ejemplo el de Bolivia, nos cae muy mal el resultado electoral de su primera vuelta, invita a la muy disgregada “derecha” colombiana a pensar que aquí podríamos lograr lo mismo, en la primera ronda, “poner” a dos candidatos fuera de la izquierda, a uno “tibio” y a otro “extremo” en los dos primeros lugares y por ende los protagonistas de la segunda vuelta, garantizando así la rotunda salida de la izquierda del poder, pésimo ejemplo para Colombia ese de Bolivia, debe ser éste un espejo empañado para nosotros, no nos podemos permitir mirarnos ahí, eso que sucedió allá, es un fenómeno diferente al de nuestra realidad, los bolivianos están hasta la faringe de los gobiernos de izquierda, el pueblo les regalo dos décadas para que mostraran su bondad, y hoy lo que tienen es poco menos que un desastre.
En Colombia, el pretendido progresismo solo lleva tres años, durante los cuales ha podido destruir, solo lo que le han permitido los otros dos poderes junto a un sector privado fuerte y contundente en la oposición, el país, aunque tambaleante, aún se mantiene en pie, pero sabemos que solo bastarían unos pocos empujoncitos, que les permitieran allanar al legislativo y a la justicia, y poder a discreción entonces, acabar con lo que queda, logrando apoltronarse en el poder, siguiendo los pérfidos ejemplos de Cuba y Venezuela.
Nunca debemos permitirnos perder de vista, que el presidente cuenta con el cuarenta por ciento de aprobación, ese caudal es mucho más que suficiente para conservar el poder, en el reto electoral del próximo año, ellos solo tienen que darle unos pequeños golpecitos a la muy delgada y frágil copa de la oposición, para que ésta se quiebre en mil pedazos, dejándola imposible de recomponer, hoy, la tienen servida en bandeja de oro, la muy troceada “derecha” muestra una visible incapacidad de cohesión, esta preñada de militantes con egos superlativos, enceguecidos por la propia convicción de poseer no solo la verdad, sino la solución definitiva, con un líder perseguido y hasta vencido por la justicia, que no denota claridad de posición, que teme a ese discurso duro y categórico que espera ese otro sesenta por ciento, que cree todavía en el consenso, en la transacción, que cree aún en la fidelidad de quienes pertenecieron al traidor gobierno de Santos, acciones que nos dejan poco menos que aterrorizados, sí, suena como a exageración, pero no lo es, no sé si es que la militancia no “progre” no se ha dado cuenta de la tarántula que se nos sube pierna arriba, pues la esperanza que tenemos puesta en el ex presidente Uribe, no parece prometer futuro, estamos temiendo que los errores de escogencia del pasado, léase, Juan Manuel Santos, Oscar Iván Zuluaga e Iván Duque, se repitan ahora, dejándonos huérfanos de liderazgo, y por ende en las mañosas manos de Petro, quien sabe muy bien, por donde golpear ese endeble cáliz, aplicando el sabio concepto de César “divide y vencerás”.
En síntesis y a guisa de corolario, estamos necesitando la propuesta que nos permita evitar la continuidad del proyecto del Pacto Histórico, a como dé lugar, ahora de manera paradójica, y ante el multitudinario número de pre candidatos, que de lejos asemejan una horda, o más bien un amorfo mazacote, cuyos ingredientes son imposibles de identificar, tornándose entre ellos muy parecidos, surge la que estamos considerando la opción, una nítida, esa que no permite mezclas, que de lejos, de muy lejos se diferencia, contundente, clara, objetiva, sin medias tintas, sin agua tibia, sin concesiones, sin rendijas, y lo más importante, sin miedo, esa opción tiene nombre: Abelardo De la Espriella.
Malo, muy malo para nosotros, el ejemplo de Bolivia, muy bueno, excelente para ellos, un abrazo al sufrido hermano pueblo de Bolivia.