VICKY LA CANDIDATA QUE RESULTO SER JUEZ

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Por: Federico Senior

Buenos periodistas en Colombia, muchos, hombres y mujeres, monstruos como Yamid Amad y Juan Gossain, grandes mujeres como Claudia Gurisati y Patricia Janiot, en tiempos pasados, Marcos Pérez Caicedo, Edgar Perea, muchos como dije, lista larga en la que eso sí, jamás incluiría a la Señora Vicky Dávila, de hecho es una mujer capaz, sin duda, la acompañaba (años ha) una ligera belleza, pero hasta ahí lo plausible (poco, si, pero es que no hay más), siempre contó con suerte, con mucha suerte, llego a ser directora de la revista más importante del país, por ende beneficiaria del apoyo de sus dueños, respetable familia de banqueros y empresarios, contaba entonces con un gran equipo que le conseguía las “chivas”, de las cuales siempre hizo el mejor uso para su propio provecho, para no extenderme en ejemplos tomo la muy publicitada publicación de los audios en donde de la más explicita de las maneras, el hoy ministro del interior, confesó uno a uno todos los delitos cometidos en aras de lograr la elección para presidente del Señor Petro.

Bien, el respeto y la protección de la identidad de la fuente, son premisas fundamentales en el buen ejercicio periodístico, por lo cual, se le excusaba a la rubia de marras, por no haber acudido a las autoridades a demandar tan evidente greña de delitos y de delincuentes, por esas calendas al parecer, no le había picado aún el mosquito de la jurisprudencia, era periodista, juez, aún no.

Su nexo conyugal, las actuaciones de la familia de su consorte,  dicen mucho, pero poco bueno, prontuarios colmados de acusaciones, de claras y contundentes sentencias por delitos de toda índole y reclusiones en cárcel, son del día a día en su familia política, de hecho, su suegro murió en una de ellas, ahora bien, que el marido de Vicky o ella misma, sean unos delincuentes, eso nadie lo puede asegurar, sería una grave acusación por demás infundada, los delitos son personales, no son transferibles, aunque sean cometidos puertas adentro de “clanes” familiares, bien, pero de que Doña Vicky ha estado enterada de las travesuras de su suegro, y de que su esposo igual ha permanecido consciente y al tanto de tales hechos, eso no lo duda nadie, por supuesto que lo sabían, nadie los culpa, pero de igual manera, si una pariente del delincuente, es una figura pública, y como en este caso aspira a la presidencia de la República, y además, esgrimiendo como arma principal la lucha frontal contra la corrupción, como mínimo ha debido dejar en claro, cual es su situación marital, cuales son o han sido sus nexos con esa familia, y no solo dejar “rodar” la idea de que José Amiro su esposo, aunque sí es hijo de Lucas Gnecco, de supuesta manera nunca había tenido nada que ver con él, ese argumento es tan inadmisible como el del presidente al referirse al otro confeso, a Nicolas su hijo “yo no lo crie”, por favor, aunque sea cierto, el país se merecía que se le aclarara la situación, y no ahora, después que la gritona de la Vicky se puso a acusar de corrupto a su contrincante Abelardo de la Espriella, logró como daño colateral, que el gran público, conociera la olla podrida de la historia de su familia política, entonces y apenas hasta ahora, nos hemos venido a enterar de donde habían estado metidas las narices de nuestra querida Vicky.

La Dávila sabe de sobra, que un abogado tiene la obligación moral de defender a cualquier ciudadano, no puede un profesional del derecho, restringir su actividad a representar solo a inocentes, por razones éticas, constitucionales, todos tenemos el derecho de presunción de inocencia, de igual manera y con base en el mismo mérito cualquier ciudadano debe poder contar con un defensor, entonces un abogado no puede fungir como juez, y determinar sin haber sido juzgado, que un cliente sea culpable y usar esa presunción para rechazar el ejercicio de su defensa.

Ergo, si hacemos uso del permiso que nos da la candidata, al juzgar a De La Espriella, podríamos acusarla a ella, como encubridora de delincuentes, como cómplice de los mismos al no denunciarlos ante las autoridades, de ocultar evidencias que podrían llevar a juicio y al parecer de muy evidente manera a la cárcel, a muchos de los muy encumbrados actores del actual ejecutivo, así que apreciada Señora Dávila, de muy respetuosa manera, me atrevo a recomendarle a su excelencia, evitar fungir de juez, procure soslayar el pánico que le ha producido el evidente descuello del candidato De la Espriella y su meteórico ascenso en la aceptación ciudadana, catapultado hoy como la opción válida, para salvar la Patria, para desterrar la corrupción, para vencer a la pestilente izquierda, para reconstruir la nación y para castigar de ejemplar manera a las pandillas delincuenciales como la que fundó su muy respetable suegro (Q.E.P.D), grupos que han sometido a nuestro pueblo a la más execrable violencia, la cual usted, con su poco amable pero habitual verborrea, prohíja, atiza y lo peor, encubre.

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