Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Por estos días, que se están conociendo los balances semestrales de las grandes empresas, nos topamos con una realidad apabullante: a casi todas les está yendo muy bien.
Empero, como todos, de alguna manera, hemos ido construyendo una gran muralla pesimista para no enfrentarnos con la realidad bondadosa, pues nos resulta más fácil criticar y seguir predicando que este país va muy mal y que el fracasado gobierno de Petro está hundiendo la patria en abismos de los que costará mucho sobreaguar en el futuro, las cifras que se van conociendo no son capaces, por sí solas, de derrumbar la versión negativa que hemos ido levantando.
Pero si, en una misma semana, nos enteramos de que el Grupo Argos, el Grupo Aval y el Éxito, tres grandes pesos pesados de la economía nacional, reportaron extraordinarias ganancias en el primer semestre de este 2025, y por allí me soplan que vienen otras rentabilidades similares, inmediatamente me pregunto si estamos exagerando lo negativo, o si el inmediatismo con que juzgamos nos lleva a desconocer la realidad; o si, de pronto, el tono permanentemente camorrero del presidente Petro y sus alfiles nos ha impedido, a unos y otros, aceptar que este país no patina en la mierda.
Es probable, porque la tabla de valoración de los colombianos parte siempre del imaginario popular de que estamos muy mal gobernados. Y como la Paz Total, fracasada o mal elaborada, nos remite a temer el desorden o la repetición de lo vivido, nos esforzamos en no ver ni entender ninguna cifra positiva.
La culpa puede ser del mismo gobierno, que no sabe comunicar sino mostrar sus odios. Pero también puede ser de las redes, que, cuando no exageran, mienten, disculpándose en la fugacidad.
O quizás la razón de este complejo absurdo, de un país que le va muy bien económicamente pero insiste en que le va muy mal y que vamos derecho para el abismo, sea porque, antes que nada, hemos sido y seremos un país equivocado.