La carrera por la presidencia de Colombia en 2026 ha desatado una tormenta política al interior de la derecha, protagonizada en las últimas horas por un inesperado cruce de declaraciones entre figuras fieles del uribismo. Tomás Uribe Moreno, hijo del expresidente Álvaro Uribe, ha intervenido públicamente para respaldar a la senadora Paloma Valencia tras sus agudas críticas contra el abogado Abelardo de la Espriella, marcando una clara línea divisoria en la estrategia electoral del sector.
El detonante de la controversia fue la reciente arremetida de Paloma Valencia contra De la Espriella, quien recientemente declinó participar en la consulta interpartidista de la oposición. La senadora cuestionó severamente la idoneidad ética del litigante para aspirar a la Casa de Nariño, afirmando que es «moralmente incapaz de dirigir este país» y señalando que para la presidencia se requieren condiciones éticas que, a su juicio, él no posee. Valencia también calificó de «poco generosa» y equivocada su decisión de apartarse del mecanismo de elección conjunta, sugiriendo que dicha postura debilita la unidad necesaria para enfrentar al oficialismo.
Ante estas declaraciones, Tomás Uribe utilizó sus canales de comunicación para elogiar la postura de la congresista. Con la frase «Qué buena crítica. Mucho mejor esto que posiciones arrogantes de superioridad moral», el empresario validó los cuestionamientos de Valencia, interpretándose su mensaje como un rechazo tácito a las actitudes mesiánicas o personalistas que algunos sectores ven en la candidatura independiente de De la Espriella. Este espaldarazo es significativo, dado que Tomás Uribe suele mantener un perfil discreto, interviniendo solo en momentos coyunturales para orientar la opinión de las bases uribistas.
El conflicto de fondo radica en la metodología para elegir al candidato único que representará a la oposición. Mientras el Centro Democrático y otros movimientos afines impulsan una consulta amplia que incluya a diversos precandidatos para legitimar un liderazgo unificado, Abelardo de la Espriella ha optado por desmarcarse de lo que denomina «maquinaria política», apelando directamente a un mandato ciudadano y criticando los procesos tradicionales de los partidos. Esta ruptura ha generado fricciones con quienes, como Valencia, defienden la institucionalidad partidista y la construcción de consensos programáticos.
La intervención de Tomás Uribe no es un hecho menor; ratifica la preferencia de un sector influyente del uribismo por los liderazgos que se someten a las reglas de juego colectivas frente a las aspiraciones individuales disruptivas. Al destacar el debate sin «superioridad moral», Uribe Moreno parece invitar a una discusión política centrada en argumentos y trayectorias, contrastando la defensa institucional de Valencia con el estilo confrontacional y mediático que caracteriza al abogado caribeño.















