SE TOTEÓ LA NUEVA EPS – Crónicas de Gardeazábal

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Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

El shu-shu-shu de Petro ha cobrado la primera víctima: 13 millones de usuarios de la Nueva EPS se quedaron colgados de la brocha. Poco a poco, las clínicas y hospitales les van cortando los servicios a los pacientes que llegan amparados por esa entidad.

La semana pasada fue la vasta Angiografía de Occidente, que cubre a los enfermos cardíacos de cuatro departamentos. Ayer fue la Fundación Valle del Lili, donde suspendieron la atención, las citas y las medicaciones para asociados trasplantados o víctimas del cáncer.

Y, como si fuera poco, como si cayera la guillotina sobre esa entidad, el Contralor General expuso públicamente el desfase administrativo, contable y financiero de la Nueva EPS. Ni al presidente, ni al ministro, ni a los mismos contratistas que ordeñan la vaca del Estado les ha preocupado la toteada de esta entidad, la más grande del país.

El gobernante debe estar feliz, porque su pronóstico del shu-shu-shu fue muy acertado, así hubiese sido él y su gobierno los que intervinieron esa entidad y la dejaron caer; es decir, así sean ellos los responsables directos de administrarla hasta el desastre.

Para la historia, empero, ya ha quedado escrito que la animadversión del cuatrienio Petro contra las EPS lo llevó a desbaratar el sistema de prestación de salud que, cojeando y haciendo maromas, funcionaba. La Nueva EPS funcionó hasta cuando las cajas de compensación salieron de ser sus socias y el Estado quedó como accionista mayoritario.

Pero como esa entidad había sido concebida dentro del esquema de salud que Petro odiaba, y su meta era que le aprobaran una reforma total al sistema y no lo pudo lograr cambiar, los 13 millones de usuarios deben pagar las consecuencias.

Esto no es solamente un error político. Es un descuido total en la administración de la Nueva EPS, rubricado por el examen juicioso del Contralor General y la angustia de tantos enfermos que no tienen cita o no les entregan sus medicinas. Y, si hay muertos por desatención, ¿quién responde?

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