Detalles: la llamada y los roces «Tenía implosionado el proceso»: la fatiga que precipitó la salida de Miguel Uribe Londoño

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La exclusión de Miguel Uribe Londoño de la baraja de precandidatos del Centro Democrático responde a un desgaste sistemático que superó la paciencia de las directivas del partido. Fuentes internas de la colectividad han revelado a medios nacionales que la situación con el aspirante se había tornado insostenible, describiendo su actitud reciente con la frase contundente: «estaba muy necio, tenía implosionado el proceso». Esta sentencia resume meses de fricciones acumuladas en los que el precandidato habría obstaculizado la dinámica de selección del candidato único, generando un ambiente de desconfianza y división que obligó a tomar medidas drásticas este lunes 1 de diciembre.

Aunque el detonante público fue la llamada entre el abogado Abelardo de la Espriella y el expresidente Álvaro Uribe Vélez —en la que se advirtió sobre una posible alianza externa de Uribe Londoño—, al interior del partido aseguran que la decisión se fundamenta en un comportamiento reiterativo que desafiaba la institucionalidad. Según los reportes, el precandidato mantenía una postura inflexible y crítica frente a las reglas de juego establecidas, llegando a cuestionar públicamente las decisiones del comité garante, como la reciente contratación de una firma encuestadora chilena, lo cual fue interpretado como un intento de deslegitimar el mecanismo democrático interno.

La «implosión» a la que hacen referencia las fuentes se evidencia en episodios específicos que fracturaron la unidad del uribismo. El manejo de una agenda paralela, su inasistencia a foros programados —incluyendo el del último domingo— y, sobre todo, las maniobras a espaldas de la dirección para contactar a la encuestadora AtlasIntel y solicitar mediciones privadas, fueron desgastando la relación con sus compañeras de contienda y con el propio expresidente Uribe. Estas acciones no solo provocaron la renuncia anterior de Andrés Guerra, sino que sembraron la duda sobre la lealtad del precandidato hacia los acuerdos pactados en la mesa directiva.

Pese a que Miguel Uribe Londoño insiste en sus redes sociales en que «ni renuncia ni lo renuncian», la determinación del Centro Democrático es vista como un «corte de raíz» necesario para salvar la credibilidad del proceso de selección. La colectividad ha optado por cerrar filas en torno a María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Paola Holguín, buscando recuperar la estabilidad y el orden que, según las voces internas, se habían perdido por la insistencia y las exigencias de un precandidato que terminó por agotar el capital político que lo respaldaba.

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