El presidente Gustavo Petro protagonizó una polémica intervención en la noche del lunes durante un discurso transmitido en vivo, previo al consejo de ministros, en el que rompió el compromiso público de desescalar su lenguaje, adquirido semanas atrás con la Iglesia Católica. Durante casi dos horas, el mandatario se dedicó a lanzar duras acusaciones, insultos y frases despectivas contra sectores políticos, empresariales, medios de comunicación y antiguos aliados.
La intervención comenzó con una crítica directa a lo que denominó «censura» a los consejos de ministros, seguida de una denuncia contra la supuesta «expropiación al revés», refiriéndose a lo que consideró despojos al pueblo colombiano por parte de los grandes capitales. Sin embargo, el tono se tornó rápidamente agresivo. En apenas minutos, Petro arremetió contra periodistas, a quienes llamó “mentirosos” y “falsos”, asegurando que algunos son socios de “rateros” que han saqueado el sistema de salud colombiano.
Lejos de moderar su retórica, el presidente profundizó sus señalamientos con frases como: “El político que recibe ese dinero es un criminal” y “el dueño de Keralty es un criminal en Colombia y debe irse”, en referencia a la reconocida empresa del sector salud. También cuestionó la inacción de la Fiscalía y denunció lo que calificó como el “mayor robo al pueblo colombiano desde la época del oro de los españoles y el trabajo esclavo”.
Uno de los momentos más polémicos del discurso se dio cuando recurrió a una analogía biológica para desestimar el concepto de raza, expresando: “La raza no existe (…) pongan una perra cocker spaniel a la calle en época de celo y verá que no son los cocker spaniel los que llegan”. Una frase que fue ampliamente rechazada en redes sociales y círculos políticos por su tono vulgar y su uso en un contexto presidencial.
Petro también apuntó contra expresidentes como Iván Duque, al que responsabilizó por parte de la deuda del país, y contra Alejandro Gaviria, a quien acusó de traición junto a varios de sus exministros. “La mayoría de mis ministros y ministras me han traicionado”, dijo el mandatario sin dar mayores detalles, insinuando fracturas dentro de su propio gobierno.
El discurso, que se prolongó por una hora y 48 minutos, ha generado preocupación entre analistas políticos, líderes sociales y ciudadanos, quienes advierten un preocupante deterioro del discurso institucional. El contenido, cargado de arengas, teorías inconexas, datos sin sustento y ataques personales, se aleja del tono que se espera de un jefe de Estado y pone en entredicho su compromiso con el respeto democrático y el equilibrio institucional.
Todo esto ocurre a pesar del compromiso que el mandatario asumió semanas atrás con representantes de la Iglesia Católica, de moderar su lenguaje tras el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay. Con esta intervención, Petro no solo rompió su promesa, sino que reavivó un clima de confrontación que amenaza con profundizar la polarización en el país.