Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Este país no debe estar tan vuelto mierda como lo afirman cifras y palabras de las calificadoras de riesgo. Mucho menos que el futuro sea tan pugilístico como lo presenta la revista The Economist. Y lo digo no porque los lectores y oyentes podrían rectificar mis observaciones anteriores a ese respecto, sino porque conocí ayer el ranking electoral que hizo Guarumo sobre el manejo de las redes como herramienta para las elecciones.
Aunque ellos no lo dicen, la popularidad y el seguimiento a las ideas e imagen de un candidato lo medirán las redes, no las plazas llenas ni la decisión unipersonal o familiar que se obtenga cuando debatan en TV o videos. Pero como los monstruos de la cibernética nos embutieron el afán adolescente de medirnos por las vistas, reproducciones o interacciones que se registren en redes, ahora que comienza la campaña presidencial, las cifras son tan abrumadoras como ridículas.
A 30 de junio existen 78 candidatos presidenciales que aspiran o a recoger firmas o a que algunos de los partidos de pipiripao los respalden con su aval. Setenta y ocho son demasiados para un país tan equivocadamente gobernado, por lo que creo que son muy poquitos de entre ellos los que tienen conciencia de los problemas acumulados y que deben solucionar el 7 de agosto del año entrante.
Pero como masturbarse ya no es pecado, la estadística de Guarumo permite que los 78 candidotes y sus seguidores se hagan un pajazo mental. Mas como tampoco se puede caer en el desprecio absoluto por esa medición a través de la telaraña de redes, hay que advertir que Jota Pe, Vicky y Claudia ocupan la mayoría de los podios en Facebook, Instagram, TikTok y X.
Y saber que Pipe Córdoba es quien más ha invertido para sonar en las pantallitas, y sorprenderse porque Wilson Ruiz y Enrique Peñalosa hacen parte del podio —en X el exministro, y en Instagram el exalcalde.