LA INDIAMENTA EN EL NOGAL

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Por: Federico Senior

Encontrar un episodio que refleje mejor la actualidad nacional, no es fácil, es de esas situaciones, que, por lo categóricas, por lo breves, pero significativas nos muestran de muy contundente manera una clara visión de lo que hoy es nuestra sociedad.

Todos vimos el video de marras, la Señora, alguien como dicen los jóvenes hoy una “X”, acompañada de un Señor muy “pispo” al notar la presencia de Daniel Quintero, reacciona con vehemencia y, con la altanería de esos emergentes que se creen más que los demás, sumándole a su grosería frases despectivas hacia los indígenas de nuestro país, “indiamenta”, peyorativo vocablo con el que se intenta mostrar desprecio, repudio, asco hacia algo o alguien, dejando por sentado, que quien lo profiere, no pertenece a esa raza, o grupo, o secta.

Eso, por el lado de la despótica Señora, ahora bien, el ex alcalde Quintero, lejos, muy lejos está de ser alguien agradable o simpático, es agresivo, igual o más prepotente que la dama en cuestión, es grosero, creído, fanfarrón, como funcionario público, más que cuestionado, es más, es alguien que está en estado “sub judice”, pues, aunque no ha sido condenado, indiciado sí que lo está y por muchas causas, como alcalde, los hechos muestran que fue un desastre, tan es así, que su candidato en las pasadas elecciones fue aplastado en las urnas, así que al menos la opinión pública de su Ciudad, avala el hecho de considerarlo un pésimo ejecutor.

El Señor Quintero, es el clásico ejemplar de un militante de la izquierda, de la intransigente ala extrema del socialismo siglo XXI, pero léase bien lo que a renglón seguido esgrimo, es el arquetipo que ha caracterizado a los militantes de tal ideología, distinguidos por ser amantes fieles, de las mieles del capitalismo, les encantan los Rolex, los Ferragamo, el Jet, los hoteles cinco estrellas, los restaurantes cinco Michelines, la Quinta Avenida, los Campos Elíseos, la Gran Vía y la Recoleta, todos lo son y lo ha sido, los Castro, el Ortega, los Kirchner, y Chaves, y Maduro, y Diosdado, y Petro, hasta el propio Marx, a todos les encanta el lujo, las marcas, la langosta, el champan y el caviar. No se aleja de ese tétrico grupito, el Señor Quintero, bravucón, falaz, ególatra y muy pagado de sí mismo, prueba de ello, es la causa del insuceso que nos atañe.

Un club social, es una entidad privada, cuya función es congregar personas, familias, empresas y empresarios, con intereses comunes, las instalaciones de los mismos, son de hecho, la extensión de los hogares y de las sedes de las empresas de los socios, por ende, así como en la propia casa, o en la sede empresarial los dueños se reservan el derecho de admisión, lo cual es apenas fundamental, de igual manera sucede en el club; es así, que nadie esta obligado a recibir en la sala de su casa, a alguien indeseable, a un convicto, a un acusado, a un malandro, o de simple manera a alguien que no goce de nuestra simpatía, pues bien, ese derecho lo tienen los socios de los clubes, el punto está, en que aunque se trate reitero de un derecho, a lo que no hay (vuelvo y reitero) derecho es a insultar al no apreciado visitante, y menos y peor aún, utilizar peyorativos calificativos que involucran etnias y personas ajenas por completo a situaciones puntuales, en este caso “indiamenta” es el vocablo despectivo, con el que la Señora quiso ofender a Quintero, sin logarlo, claro está, esta mujer, solo dejó ver su reprochable condición, la cual, según ella, le otorga autoridad para despreciar a todo aquel que no sea de la alta sociedad, de su casta, es esa una posición despreciable, merecería ella, que la expulsaran del club, porque, en el acto de repudio, representaba ella a todos sus miembros.

Este tipo de personas, son las que han llevado a que durante décadas, se haya ido acumulando el odio que manifiestan hoy las huestes de la izquierda, el deseo de destruir todo lo que tenga que ver con las altas esferas económicas y sociales del país, obviamente, son estos un grupo no muy grande, conformado en su mayoría por personas emergentes, acomplejadas por sus humildes orígenes, que habiendo obtenido algo de éxito, pasan a poseer aquello que decía mi abuela “quien nunca ha sido cosa y, algún día cosa es, quiere ser tan grande cosa, que no hay cosa como él”.

En la situación actual, en donde la polarización es la herida que sangra nuestra sociedad, este tipo de situaciones, exacerban los ánimos, y muestran de evidente manera, él como estamos divididos, por una parte, una clase que ve amenazados sus privilegios, por el otro, los menos favorecidos, aprovechando la oportunidad de tomar venganza, de acabar con los “riquitos, blanquitos, de las Toyotas”, lo lamentable de todo esto, es que esos repugnantes personajes, son la minoría, pero con sus estupideces, enlodan a toda una parte de la sociedad, que se ha dedicado por decenios, a construir empresa, bienestar, progreso, a construir país.

Reprobar, censurar el comportamiento de la Señora, a la vez, recordarle a Quintero, que no ha sido él, el más cariñoso con el sector privado, ni con la alta sociedad, por tanto, si le repugna como lo manifiesta a diario, pues no se meta en su redil, más bien si lo quiere es ser presidente, úntese de pueblo, y sino quiere que lo insulten, pues no lo haga usted primero.

P.D: Lo peor de todo, es comparar a los indígenas de nuestro país, con alguien tan repugnante como Danielito Quintero, más conocido con el alias de “Pinturita”.

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