La hora del Amor ha comenzado

TotusNoticias

Por: Aldrin García Balvin – Director de Totus Noticias

Con pasos sencillos, sin trono, pero con una fuerza interior arrolladora, León XIV inició su ministerio petrino con una frase que marcará este tiempo para la Iglesia: “¡Es la hora del amor!”.

Y sí, es la hora. Una hora que no se mide con campanas ni protocolos, sino con gestos. El gesto de vestirse con una casulla usada por papas anteriores, el gesto de dejar a un lado el trono de León XIII para sentarse en la misma silla sencilla que usó Francisco. El gesto de elegir una mitra simple, aunque nueva, pero sin lujos, como quien dice: “no vengo a impresionar, vengo a servir”.

Ese lenguaje silencioso, hecho de signos, fue el preámbulo perfecto para una homilía profundamente evangélica. León XIV no llegó con promesas triunfalistas ni un discurso elevado y pomposo. Llegó con temor y temblor, como él mismo lo dijo, sabiendo que el peso del ministerio petrino no se lleva con poder, sino con rodillas dobladas y manos dispuestas a servir.

«Fui elegido sin ningún mérito», confesó con sinceridad. En un mundo que aplaude títulos, cifras y popularidad, escuchar a un Papa reconocer su pequeñez es el tipo de revolución que el Evangelio aplaudiría. Porque ahí, en la humildad, es donde nace la verdadera autoridad.

Pero León XIV no se quedó en la humildad como actitud pasiva. Propuso una visión de Iglesia que no se encierra en debates ideológicos, sino que se abre a todos como fermento de reconciliación. Una Iglesia que no divide entre “conservadores” y “progresistas”, sino que une en la caridad.

En ese sentido, su elección de ornamentos también habla. No fue casual que usara una casulla ya conocida por el pueblo de Dios: una prenda que vio pasar a Benedicto XVI en cuatro ocasiones, y que Francisco usó más de treinta veces. No fue una nueva para lucir, fue una heredada para continuar. Porque el amor también es continuidad.

Y su mitra, sencilla, nacida del mismo diseño que la casulla, nos recordó que la belleza está en la coherencia. No es necesario impresionar cuando lo que se anuncia es el Evangelio.

León XIV ha comenzado su pontificado como se empieza una verdadera misión: mirando a todos como hermanos, sin imponerse, sin gritar, sin buscar tronos. Su bastón pastoral —el de Pablo VI, el mismo que usaron Juan Pablo II y Francisco— es un símbolo más de esa línea espiritual que no ha sido interrumpida, sino transformada en cada tiempo según las urgencias del mundo.

Y hoy, la urgencia se llama amor. No amor abstracto, sino amor concreto. El amor que se traduce en acogida, escucha, consuelo, perdón. El Papa nos está pidiendo que hagamos de esta hora un momento sagrado.

Una hora donde no cuente quién es más influyente, sino quién ama más. Una hora donde el ministerio petrino vuelva a recordarnos que en la Iglesia, el más grande es el que sirve.

Hoy, más que nunca, el Evangelio se ha vuelto liturgia. Y la liturgia, vida. ¡Es la hora del amor! Y la Iglesia ya ha empezado a caminarla.

Comparte este artículo