Por: Aldrin García – Director Totus Noticias
Durante dieciséis años de vida legislativa, Juan Felipe Lemos Uribe ha construido un nombre propio dentro del Congreso. No por estridencias ni por cálculos mediáticos, sino por una trayectoria sostenida, rigurosa y profundamente territorial. En un país donde la política cambia de piel cada cuatro años, él ha mantenido una coherencia que hoy lo lleva a encabezar la lista al Senado de su partido, no como un gesto simbólico, sino como el reconocimiento a un liderazgo sólido, probado y necesario en un momento crítico para Colombia. Hoy, Lemos no solo encabeza una lista: encabeza el rumbo del Partido de la U, orientándolo hacia una oposición responsable, firme y técnica.
Tuve el honor de acompañarlo durante casi una década en sus recorridos por Antioquia, Caldas y Risaralda. Estuve en reuniones, viajes de madrugada, visitas a familias, diálogos con campesinos, en foros con empresarios, en conversatorios con jóvenes y en asambleas comunitarias donde se respira el pulso real del territorio. Allí, donde muchos solo llegan por campaña, Lemos llegaba por convicción. Desde sus inicios en la carrera al Congreso ha sido el contrario del político tradicional: no aparece solo en tiempos electorales. Todos los fines de semana, durante años, ha caminado veredas, corregimientos, cascos urbanos, parques y hogares de amigos y líderes que han creído en él. Su presencia permanente en los territorios es testimonio de una política viva, auténtica y cercana.
Esa cercanía no es un recurso comunicativo; es parte esencial de su forma de trabajar. Lemos conoce los nombres, las historias, las necesidades y los sueños de las comunidades porque se ha sentado con ellas a escucharlas. Ha recorrido trochas, plazas de mercado, casetas comunales y barrios apartados para entender la realidad sin filtros. Su trabajo legislativo nace de esa experiencia directa: de saber qué duele, qué falta y qué esperan las regiones del Congreso.
En el Congreso, su trabajo ha sido igual de serio. Conocedor del detalle jurídico, estudioso de los temas fiscales y cuidadoso de la técnica legislativa, Lemos ha demostrado que la oposición no es grito ni espectáculo, sino argumentación y rigor. Cada intervención suya nace de documentos leídos, cifras entendidas y realidades contrastadas. Por eso, aun quienes no comparten su visión reconocen su capacidad para debatir, proponer y defender con solvencia.
Hoy su partido decide ponerlo en la cabeza de lista porque necesita enviar un mensaje contundente: que la experiencia sí importa, que la coherencia sí pesa, y que la oposición también es una forma de velar por el país. En tiempos donde el Gobierno ha llevado a Colombia a tensiones institucionales, económicas y sociales profundas, la apuesta por un liderazgo firme y técnico como el de Lemos marca una ruta clara: recuperar el equilibrio sin caer en la polarización vacía. Por eso hoy, desde la dirección moral y política que implica ser cabeza de lista, Lemos orienta el rumbo del Partido de la U hacia una transformación seria y necesaria.
Me alegra verlo allí, en la cima de la lista, porque sé lo que representa. No se trata de un premio ni de un ascenso personal. Es la confirmación de un camino construido a pulso, de un nombre que inspira confianza dentro y fuera del partido, y de una trayectoria que hoy se convierte en bandera de transformación responsable y oposición con criterio. Ser cabeza de lista significa encarnar el mensaje y el carácter que una colectividad quiere proyectar a Colombia.
Por eso escribo esta columna desde la satisfacción, pero también desde la certeza. Juan Felipe Lemos Uribe no es solo un senador de dieciséis años de carrera: es un congresista que entiende el país, que debate con argumentos y que representa la política que todavía vale la pena defender. Y si algo aprendí acompañándolo durante esos casi diez años es que su mayor fortaleza no es el cargo, sino la persona. El líder serio. El hombre que piensa, escucha, propone y cumple.















