El presidente de Colombia, Gustavo Petro, sorprendió a mandatarios en un evento internacional al declarar: “fue presidente siendo originario del M-19”, frase que reavivó el debate sobre su pasado guerrillero. Adicionalmente, evocó la figura del expresidente uruguayo Pepe Mujica, señalando que ambos compartían orígenes vinculados a movimientos insurgentes que evolucionaron hacia la política democrática.
Petro resaltó que Mujica, exguerrillero tupamaro, no gustaba ser recordado por su militancia, pero que para él y su gobierno ese origen era motivo de orgullo y símbolo de transformación política. «Porque los Tupamaros fundaron con nosotros el M-19 en Colombia», enfatizó el mandatario.
La alusión a Mujica, quien falleció el 13 de mayo pasado, refuerza el paralelo entre ambos líderes que abandonaron la lucha armada para asumir roles democráticos en sus países. El vínculo simbólico entre el M-19 y los Tupamaros ha sido recurrente en la retórica de Petro para legitimar su trayectoria.
Desde sus orígenes, el M-19 fue una guerrilla urbana que, tras su desmovilización en 1990, se transformó en la Alianza Democrática M-19 y participó activamente en la Asamblea Constituyente de 1991. Este legado político es parte fundamental de la narrativa de Petro, que se presenta como el primer presidente colombiano surgido de ese movimiento.
El uso recurrente de símbolos del M-19 —como la bandera y la espada de Bolívar— y la inclusión de exmilitantes en su gabinete han generado discusiones públicas sobre memoria histórica, reconciliación y el papel del pasado guerrillero en el presente político. Mientras algunos lo plantean como una apuesta por la reparación simbólica, otros advierten que puede abrir heridas no resueltas.