James Rodríguez, el talentoso volante zurdo nacido en Cúcuta, volverá a vestir la camiseta de la selección Colombia en su tercer Mundial en 2026, un hito solo alcanzado por leyendas como Carlos Valderrama y Freddy Rincón. A sus 33 años y con ocho partidos disputados en las Copas del Mundo de 2014 y 2018, James tiene la oportunidad de igualar o superar el récord de diez encuentros en el torneo que ostentan el Pibe y Rincón. Su gol a Bolivia en la penúltima jornada de las Eliminatorias Sudamericanas selló la clasificación de Colombia y fue su décima cuarta anotación en clasificatorias, superando la marca de Radamel Falcao. Ese rendimiento revitaliza el debate sobre su lugar en la historia: especialistas y aficionados lo consideran ya el mejor futbolista colombiano de todos los tiempos.
Los argumentos a favor se sustentan en cifras y títulos. En Brasil 2014, con solo 22 años, James fue el máximo artillero del torneo con seis goles y dos asistencias en cinco partidos. Marcó al menos un tanto en cada encuentro y su volea ante Uruguay, elegida el mejor gol del campeonato, contribuyó al histórico avance de Colombia hasta los cuartos de final. Ese desempeño le valió el Botín de Oro de la FIFA y lo catapultó al Real Madrid. En su primera temporada en el club blanco (2014‑15) anotó 17 goles y repartió 18 asistencias, además de ganar la Supercopa de Europa y el Mundial de Clubes; fue incluido en el equipo ideal de la liga española. Logró también dos Champions League, dos Supercopas de Europa, dos Mundiales de Clubes y dos ligas españolas durante su etapa madridista.
Con la selección, James ha disputado 117 partidos y marcado 30 goles. Ha sido clave en la clasificación a tres Copas del Mundo y lideró a Colombia al tercer puesto de la Copa América 2016 y al subcampeonato de la Copa América 2024, torneo en el que fue elegido el mejor jugador. Su zurda exquisita, visión de juego y capacidad para definir lo distinguen: combina la creatividad de un número diez con el olfato goleador de un delantero. Según expertos citados por El Universal, esa mezcla de elegancia y efectividad lo sitúa por encima de figuras como Valderrama, famoso por su liderazgo y pases precisos; Faustino Asprilla, recordado por su velocidad; y Falcao, ícono del área. James ofrece un equilibrio único entre creación y definición que ningún compatriota ha logrado.
Las cifras avalan esa percepción. Además del Botín de Oro y el premio Puskás por el mejor gol del Mundial 2014, James ha sido reconocido como jugador del partido en múltiples ocasiones y ha levantado trofeos en prácticamente todos los equipos en los que ha militado. Antes de desembarcar en España, se consagró campeón de la Europa League y de tres ligas portuguesas con el FC Porto, y brilló en el AS Mónaco con 10 goles y 14 asistencias en su única temporada. Luego sumó títulos en el Bayern Múnich y prolongó su carrera en clubes como Everton, Al Rayyan y Olympiacos antes de recalar en el León de México. Su capacidad de adaptación le ha permitido rendir en diferentes ligas y mantener vigencia pese a las lesiones y altibajos.
No obstante, la grandeza de James no radica solo en las estadísticas. Tras perderse el Mundial de Qatar 2022, regresó a la selección con un espíritu de revancha y se convirtió en capitán y símbolo del equipo dirigido por Néstor Lorenzo. La FIFA destacó su resurgimiento y subrayó que el Mundial de 2026 le permitirá saldar cuentas con el pasado y mostrar nuevamente su talento. A diferencia de otros referentes del fútbol colombiano, James ha sabido reinventarse, superar críticas por su carácter y adaptarse a nuevos roles dentro de la cancha. Para muchos, su resiliencia y su liderazgo silencioso son prueba de una madurez que complementa su talento natural.
A las puertas de su tercer Mundial, James Rodríguez es ya un referente indiscutible del deporte colombiano. Sus logros individuales —máximo goleador de un Mundial, Botín de Oro, mejor jugador de Copa América— y colectivos —títulos continentales y mundiales con clubes— respaldan la tesis de que es el mejor de la historia del país. Al mismo tiempo, su historia inspira a nuevas generaciones que ven en él el ejemplo de un joven que salió de Envigado para conquistar el mundo a punta de goles y asistencias. Cuando salte al césped en Estados Unidos, México y Canadá en 2026, no solo defenderá la camiseta tricolor; también consolidará un legado que, para muchos, es ya inalcanzable para cualquier otro futbolista colombiano.